Revista Talentos
Desempolvé las anotaciones que hacía meses había guardado en la carpeta cuya portada lucía un «nueva novela». Preparé una tisana y, ordenador en mano, las palabras empezaron a fluir. Escribía apresurada, muerta de miedo. Temía que de nuevo acabaran abandonándome. Pero estaba equivocada, habían regresado para acompañarme gratuitamente durante días.