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Las nuevas líneas editoriales informativas

Publicado el 11 septiembre 2013 por Jordi Martinez Aznar
Una de las cosas que siempre me ha fascinado es cómo somos de manipulables las personas y cómo se nos manipula desde los diferentes medios de comunicación. Todos estamos dispuestos a seguir un determinado medio de comunicación o programa televisivo siempre y cuando digan aquello que quieren escuchar. Debido a la gran cantidad de canales de televisión que nos ofrecen las diferentes plataformas digitales, quien más y quien menos tiene su programa favorito, aquel que siga su, digamos, línea editorial. Desde 13TV hasta Intereconomía pasando por canales autonómicos y demás nos podemos encontrar con toda clase de programas para cada tipo de personas. ¿Independentistas catalanes? Tienen sus programas. ¿Derecha española? También los tienen. ¿Amantes del fútbol? Programas a patadas. Y cada cual con su propia ideología. Todos, sin excepción, se limitan a decir lo que los espectadores a los cuales van dirigidos quieren escuchar. Desgraciadamente, esto es un arma de doble filo, ya que no pocas personas no escuchan nada más de lo que el locutor de turno suelta. De todos ellos, le inmensa mayoría, por no decir todos, han caído en la trampa, y han pasado a pensar como se quiere que piensen, convirtiéndolos en una masa borreguera que tiene la misma línea de pensamiento.
Todo esto me recuerda a cierto diálogo de la película Hombres de negro, protagonizada por Will Smith y Tommy Lee Jones. En ella se narra la existencia de una agencia gubernamental ultra secreta destinada a controlar a los alienígenas que pasan por nuestro planeta. En ella, Smith, agente de la policía de Los Angeles, es reclutado por el Agente K, a quien da vida Tommy Lee Jones. Una vez el primero sabe a qué se dedica el segundo, le pregunta por qué no explican al público lo que hacen, que la gente es inteligente y lo entendería, a lo que se le responde que ”la persona es inteligente. La gente es idiota, entra en pánico, son animales peligrosos”. Y es eso precisamente lo que pretenden desde diferentes medios de comunicación. Se dirigen a las grandes masas, de manera que la gran mayoría piense como ellos y que tengan las mismas opiniones, al mismo tiempo que desprecian a todos aquellos con una opinión diferente. No contentos con eso, no dudan ni un momento en despreciar en voz alta a toda esta gente. Se erigen como los guardianes de la moral verdadera, la cual es la que, siempre según su punto de vista, deberíamos tener todos.
A todo esto se escudan en la libertad de expresión para soltar cualquier barbaridad en contra de los demás. Eso sí, que nadie diga nada en contra suyo. De lo contrario, ya la tenemos liada. La premisa es bien clara: O piensas como yo o estás contra mí. Así de claro. Así de simple. Así de sencillo. De una manera o de otra, todos los programas siguen esta misma línea, comenzando por los programas de tertulia política y finalizando con los programa deportivos. En este último caso, todos los que siguen la información deportiva, y más exactamente el fútbol, conocen el caso de Punto Pelota, programa encargado de exaltar todo lo que huela a madridismo por las buenas o por las malas. En política, pues podemos encontrarnos con programas para todos los gustos. Casi para tantos gustos como gustos tienen los habitantes de este país. Reconozco que, hasta cierto punto, no está mal que hayan programas para las diferentes ideologías, pero siempre sin pasar determinadas líneas, las cuales, desgraciadamente, se cruza demasiado a menudo.
Seguramente muchos se preguntarán cómo es posible que existan programas de televisión donde sean capaces de llegar a los más bajo. La razón en este caso es bien sencilla: Porque da audiencia, y más audiencia también significa más dinero. Desgraciadamente, al final la cosa se resume en eso. Como cualquier medio de comunicación, la principal fuente de ingresos es la publicidad, por lo que, cuanta más audiencia tengan, más gente verá los anuncios. Aunque parezca triste, mucho me temo que es así en buena medida.

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