Haciendo las paces con el mundo es el único modo de comprender que el sistema problema/solución no es dañino, sino productivo y nos conduce a la boca del túnel para ver la luz al final del camino. Y luego volveremos a atravesar túneles y dilemas, de la talla que estemos dispuestos a hacerle frente en esta nueva oportunidad, porque de eso se trata el proceso de crecimiento.
En paz, lo oscuro se tiñe de lumínico, lo que era grande e irresoluble se desintegra en partes y pasos a dar, concretos, constantes, plenos de enseñanzas para nuestro aprendizaje, y aún así no nos sacan de la paz con la que, sabemos, podemos y debemos abordarlos. Es ni más ni menos que lo que nos toca en suerte.
Haciendo las paces, la suerte es un hecho que está de nuestro lado, porque siempre estamos favorecidos por la dicha de estar donde tenemos que estar.