Revista Diario

Las rabietas en los niños a partir del año: Todo es cuestión de empatía

Publicado el 28 julio 2011 por Gracitata @Lactandoamando

Las rabietas en los niños a partir del año. Todo es cuestión de empatía.Hace tiempo os hablé de que nuestros pequeños pasarían muchos periodos en los que estarían más necesitados de nuestra atención y en los que aparecerían las famosas "rabietas". Ahora que lo estamos viviendo en casa y que puedo hablar con conocimiento de causa voy a explicaros un poco todo esto.
Mi hijo ahora va a cumplir diecisiete meses y lleva más o menos desde los dce o trece meses pasando por este periodo, bastante duro tanto para nosotros como para él y en el que necesita todo nuestro afecto y comprensión.
Siendo realistas y dejando a un lado el amor que sentimos hacia nuestros hijos, puedo deciros que es una etapa de máximo estres y no menor agotamiento.Pero también tengo que decir, que con dedicación, amor y mucha, muchísima empatia y comprensión vamos superando todos y cada uno de los baches que van surgiendo. Yo creo que al final esta etapa nos unirá aún más si cabe a nuestro hijo.
Y para los que aún sus bebés son pequeños y no han vivido esta etapa, les voy a explicar, más o menos, lo que se entiende por "rabieta" y lo que realmente es.
Si buscamos en el diccionario encontraremos la siguiente definición:

rabieta

1. f. col. Berrinche,enfado que suele durar poco y estar motivado por cosas sin importancia.


Pero, ¿realmente los niños se ponen así por cosas sin importancia?. Pues no, ellos se sienten realmente mal y por eso personalmente no me gusta para nada el concepto de "rabieta", pero como es el que más se utiliza vamos a leerlo a lo largo de este post.
Entonces, ¿qué les sudece a los niños cuando se comportan así?. Voy a intentar explicarlo.
A partir del año y especialmente cuando comienzan a andar, los niños dejan de ser bebés dependientes físicamente de sus madres para todo, ya pueden desplazarse solos y llegar a muchos sitios donde antes no llegaban. Ahora pueden alcanzar muchas cosas, pueden coger multitud de objetos con sus manos y manipularlos, pueden tocarlos y experimentar con ellos, pueden agacharse, tumbarse, sentarse, levantarse...pero sus habilidades motoras e intelectuales aún no están lo suficiente maduras como para poder hacer todo lo que pretenden y como para ser coscientes del peligro de sus actos, de lo que está bien y de lo que está mal. Y además de todo esto, su lenguaje verbal aún es muy limitado por lo que les cuesta expresarnos lo que desean y le sucede en cada momento. Todo este poder y esta limitación al mismo tiempo hace que los niños se sientan frustrados ante muchas cosas y eso causa en ellos ese natural comportamiento al que llamamos "rabieta".
Os voy a poner un ejemplo de los muchísimos que hay.
Un niño de quince meses está jugando en la cocina con un par de muñequitos mientras su mamá hace la comida. Su madre, en un momento dado, abre el cajón donde guarda los utensilios de cocina, cuchillos, etc. para coger un cacillo.
El niño, que ha estado observando a su madre ha visto que en el cajón hay muchas más cosas que brillan, tienen colores y que llaman su atención. -Voy a ver que hay en el cajón, mami siempre saca cosas interesantes de ahí- se dice el niño.
Deja sus muñequitos, se levanta y se dispone a abrir el cajón, él desea abrirlo y mirar, quizá coger alguna de esas cosas, un cuchillo, unas tijeras... Su madre, al verlo, inmediatamente deja lo que está haciendo y asustada frente al peligro que supone le grita -¡NO!, le aparta la manita del cajón y lo saca de allí.
El niño, no sólo se asusta sino que ve cómo su madre ha frustrado su intento de abrir el cajón. Por tanto se siente mal e impotente y rompe a llorar, a gritar y a patalear enfadado. Él no entiende, no sabe que su madre lo hizo por su bien, que de haberlo dejado quizá hubiera ocurrido una desgracia. Ese niño no entiende de peligros, aún es muy pequeño, solo sabe que él había tomado la decisión de abrir ese cajón y su voluntad no ha  sido respetada. Por tanto, va a reaccionar como todo hijo de vecino, se va a enfadar y a actuar de ese modo.
Esa madre ha hecho lo correcto en ese momento, ha evitado que el niño abra el cajón y que se haga daño, pero ¿podría haberlo hecho mejor?, es decir, ¿podría haber evitado no sólo el peligro sino también el momento del berrinche y el enfado?. Pues si, si eliminamos los peligros antes de que sucedan evitaremos no sólo muchos sustos y desgracias sino también muchas de esas "rabietas" de nuestros hijos.
La psicóloga Rosa Jové nos explica en su libro "Ni rabietas ni Conflictos" que el primer paso para conseguir que nuestros hijos no tengan rabietas es eliminar el origen por el que se producen.
Y hay infinidad de cosas que podemos hacer para ello. Los niños tienen rabietas, como ya hemos dicho principalmente por cosas que no pueden o que no dejamos que hagan, pero una vez que ya lo han hecho.
Es nuestro deber proporcionarle a nuestros hijos u hogar libre de peligros o al menos de todos los posibles para que crezcan sanos y felices. ¿Qué podemos hacer para ello?, pues muchas cosas. Si hasta ahora teníamos el cajón de las medicinas a su alcance podemos guardarlas en otro sitio donde no las pueda alcanzar, en la cocina podemos quitar de su alcance chuchillos, tijeras, punzones, vasos y platos de cristal y cualquier otro utensilio con el que se puedan dañar. Si la distribución o el tamaño de nuestra casa no nos permite hacer demasiados cambios siempre podemos bloquear los cajones con los accesorios de seguridad que venden especialmente para ello. Podemos bloquear también el WC para que no puedan abrirlo, quitar todos los productos de limpieza de su alcance...que por cierto, son de los más peligrosos pues no se por qué le hacen esos colores tan llamativos sabiendo que posiblemente habrá niños cerca.
Podemos guardar las herramientas en un lugar seguro, no dejar la basura a su alcance, quitar cosas que estén a nivel del suelo con lo que puedan tropezar como grandes alfombras y cosas así, bloquear el paso a las escaleras si es que las tenemos, poner un protectos en la vitrocerámica o fuegos para que ni pueda quemarse, ni se eche una olla encima ni abra el butano o encienda la vitro sin querer. Podemos apartar sillas, sofás y demás muebles donde se puedan subir de las ventanas y en el caso de no poder al menos permanecer con ellas cerradas mientras el niño esté allí solo. Podemos quitar de su alcance todos los objetos, figuras, adornos que se puedan tirar encima fálcilmente y hacerse daño. Seremos cuidadosos de no olvidarnos nunca ningún objeto a su alcance con el que se puedan dañar.Colocar protectores de enchufe. No dejar a su alcance cremas, cuchillas y otras cosas de higiene personal. Cercar o cerrar balcones, terrazas  y piscinas.
Podemos poner barreras en aquellas habitaciones que, por el motivo que sea, son potencialmente peligrosas para ellos para impedirles el paso...
Llevarlo por la calle de la mano o no dejarlo jugar solo y sin supervisión en parques y supermercados también son buenas medidas fuera de casa.
Como veis son muchas las medidas preventivas que podemos tomar para evitar tanto peligros como berrinches. Si desde un principio hemos tomado todas estas medidas nuestros pequeños podrán andar por casa con toda seguridad y libertad y nosotros con la tranquilidad de que no se harán daño.
A cambio algunos aconsejan que podemos cambiar el contenido de algún cajón o  armario que el niño esté empeñado en abrir por juguetes y otros utensilios de la vida diaria como cucharas de palo, etc con los que el niño pueda experimentar y desarrollarse con libertad. También podemos dejar a su disposición, dependiendo de la edad, una botellita de agua, alguna galleta...para que se sirvan ellos mismos cuando les apetezca, eso no solo les enseñará a valerse por sí mismos sino que aumentará su seguridad en si mismos y su autoestima, pues sentirán que pueden hacer muchas cosas que del modo anterior tenían totalmente prohibidas.
Otra forma que tenemos de evitar esas rabietas es sirviendo de ejemplo. Los niños son como esponjas, ansorben todo lo que ven y es también nuestro deber dar ejemplo a nuestros hijos de lo que está bien y lo que está mal, por tanto no debemos hacer ni decir cosas en su presencia que a ellos puedan dañarlos de algún modo.
Por ejemplo, algo tan tonto como limpiarnos los oidos con un bastoncillo delante de ellos puede ser muy peligroso, y os hablo desde la experiencia. No sé en qué momento lo hicimos, si estaba pendiente o no de lo que estábamos haciendo, pero un día mi hijo sacó un bastancillo de no se donde y cuando me quise dar cuenta estaba metiéndoselo en el oido. La primera reacción es regañarle, decirle que eso no se hace y quitarle  el bastoncillo. Pues ala, toma rabieta, otra vez gritos, llanto y pataleo. ¿No podría haber evitado ese episodio?, pues si. Lejos de ser una madre perfecta yo he pasado por muchos de estos episodios, ahora sé que hubiera sido tan sencillo como no habernos limpiado los oidos estando él mirando. Por tanto no podemos culpar a nuestro hijo por haber cogido el bastoncillo y haberselo metido en los oidos, al fin y al cabo es lo que hacen papá y mamá y si ellos lo hacen es porque estará bien hecho, ¿no?.
Y como este podría poner miles de ejemplos, beber bebidas o alcohol delante de ellos, comer cosas que no queremos que coman en su presencia, usar herramientas y utensilios peligrosos mientras os observan, usar cuchillas de afeitar en su presencia...(y de esto también os hablo desde la experiencia, pero no como madre sino como hija. De pequeña siempre veía a mi padre afeitarse. Un día dejó olvidada la cuchilla en el lavabo, pues yo, ni corta ni perezosa la cogí, y queriendo ser como papá me dispuse a afeitarme la cara...imaginaos el resultado, un tremendo corte en la mejilla, un susto de muerte y encima una regañina y un castigo, pero ¿y yo qué culpa tenía?, para mí aquello debía de estar bien porque lo hacía papá cada día.).
Y bueno, de ese tipo de ejemplos todo lo que se os ocurra, empezando por nuestros actos y terminando por nuestras palabras. Nuestros hijos dependen de nosotros y en ellos quedarán todos los valores, todos los actos, todas las palabras que les enseñemos desde pequeños. Siempre podemos hacerlo mejor por y para ellos y también por nosotros mismos.
Pero también hay otras cosas que realmente no podemos evitar. Mi caso es especial porque vivo en una casa diminuta y sin puerta en la cocina y eso es un verdadero tormento pues mi hijo es un niño especialmente activo y nervioso, siempre tiene ansias de tocarlo todo, de coger todo lo que esté a su alcance, y si ese todo tiene botones, ruedas y demás ya es casi obsesivo.
Pues como podeis imaginar y como es normal, en la cocina tenemos el horno y la lavadora. Desde hace un par de meses a mi hijo le ha dado por trastear los botones y a aprendido a encender el horno y la lavadora. Imaginaos el peligro de que un dia lo haga y no nos demos cuenta.
Pues ante eso, ¿qué podemos hacer?, pues primero evitar que se acerque y si ya lo ha hecho evitar que los toque. Si finalmente lo toca debemos apartarlo de alli, ponernos a su nivel y explicarle que eso no se puede hacer, que se puede hacer mucha pupa y que no lo vuelva a hacer, pero claro, es que mi hijo aún no tiene ni el año y medio y hasta bien pasados los dos años de edad los niños no tienen la capacidad para razonar lo que le decimos y tampoco memoria para recordar para la proxima vez que eso está mal.
¿Entonces?, pues antes le deciamos no no no y mil veces no cada vez que iba a tocarlos. Ahora y después de comprender que es muy pequeño para entender nada lo que hacemos es llevárnoslo de alli y entretenerlo con otra cosa, ya sea un libro, un juguete, un coche, la tele o unas buenas cosquillas o pedorretas, cualquier cosa vale para que se les olvide lo que querían hacer y dejen de intentarlo.
Así que como veis, hasta los dos años mejor es evitarle las rabietas y distraerlos con otras cosas cuando no hay forma de evitarlas,
¿Y si  por el motivo que sea el niño ya ha cogido la rabieta?, porque no solo se enfadan cuando nosotros le negamos algo sino también cuando algo no les sale como quieren, cuando no pueden encajar un cubito con  otro, cuando no pueden subir solos a la cama o al sofá, cuando quieren algo que en ese momento no les podemos dar, cuando no pueden abrir la hoja de uno de sus libros gordotes o simplemente cuando quieren decirnos algo y aún no saben hablar como nosotros y por tanto no les entendemos.
Otro gran motivo de enfados a esas edades es por la dependencia que tienen de sus padres, especialmente de su madre. Se vuelven demandantes y nos necesitan en todo momento, eso hace que a veces nos pidan brazos o mimos y en ese momento nos sea imposible dárselos, bien porque estemos en el baño, la ducha, etc, o bien porque estemos haciendo la comida, tendiendo o cualquier otra actividad que no podemos dejar de un segundo para otro.
Pues si ante todo esto nuestros pequeños han cogido una rabieta y se sienten mal lo que jamás debemos hacer es regañarles ni mucho menos castigarles, pues para ellos eso supondrá doble sufrimiento. Debemos armarnos de paciencia y amor y grandes dosis de empatía, volver durante un momento a nuestra propia infancia y comprender su dolor y enfado y hacer todo lo  posible para que se les pase. Como ya he dicho, todo vale, un juego, unas cosquillas, unas pedorretas y mil y una muecas divertidas y ridículas que seguro harán reir a nuestro hijo y que se le olvide el motivo de su enfado.
Y sobre todo, bajo ningún concepto, debemos de menospreciar el llanto y la frustración de un niño, de ahí que no me guste el concepto de "rabieta". No debemos ridiculizarlos por llorar y mostrar su enfado pues es una forma y fase más de su desarrollo y madurez. No nos olvidemos nunca de que los niños son eso, niños, y que lo que para nosotros como adultos es una tontería o algo sin importancia para ellos es un mundo.
Para nosotros es una tontería llorar porque no podamos hacer algo que en ese momento nos apetece pero para ello es motivo de frustración, su edad y su actividad es todavía muy limitada, son pocas las cosas que pueden hacer por sí solos, así que imaginaos lo que supone para ellos que encima le neguemos la mitad de esas cosas.
¿Cómo nos sentiría como adultos que fuésemos a abrir el frigorífico para picar algo y alguien viniera y nos diera un manotazo, nos gritara que eso no se hace, que estamos gordos y no podemos picar?, a nadie se le ocurre porque los adultos, consecuentes con nuestros actos, tenemos la absoluta libertad de decidir qué hacer en cada moemnto aunque eso nos pueda perjudicar o no. Los niños no tienen ni esa libertad ni esa opción, enseñémosles para que el día de mañana. cuando la tengan actuen en consecuencia y decidiendo con cabeza.
Evitemos todo peligro, todo susto, todo berrinche y mal rato para nuestros hijos y para nosotros mismos para que crezcan sanos, felices y libres.
Los motivos de esas rabietas irán cambiando en relación a la edad del niño, nosotros, como padres, debemos evitarlas en lo posible y ayudar a nuestros hijos a superarlas cuando ya han  sucedido.
Ellos serán mucho más felices y nuestro día a día será mucho más tranquilo y relajado.


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