Amo las recetas. No las sigo; soy "muy mía" en la cocina; pero me parecen bonitas, y me dan ideas.
Durante años, escribí recetas que tomaba de aquí y de allá; pero unos inquilinos de la casa donde estaban mis cosas, rayaron mi cuaderno de recetas, y me molestó tanto, que me deshice de él. Luego, junté recetas, ya sin el esfuerzo de transcribir: las recortaba del periódico o de los empaques de alimentos, y las guardaba; pero en un cambio de casa, un tanto fastidiada porque no tendría una cocina normal a donde iba, las tiré todas.
Ahora, oigo recetas en Youtube. Me produce un extraño placer escuchar las voces de personas comunes dando indicaciones. Porque las que me gustan, son las voces de personas comunes, en grabaciones caseras. Disfruto poner diferentes videos de cómo se prepara lo mismo; me gusta mucho notar las variantes, a veces mínimas, a veces en el lenguaje, a veces en los ingredientes, a veces en el procedimiento. De hecho, escribiendo esto me doy cuenta de que, mientras los documentales y la mayoría de los programas solo los oigo -no los veo-, sí me puedo quedar viendo, del principio al fin, la práctica de una receta.
Silvia Parque