Las Torres Gemelas de Pekín

Publicado el 07 junio 2013 por Nmartincantero

Justo enfrente de mi casa están las Twin Towers, las Torres Gemelas de Pekín, un hotel de lujo gigantesco insensible a las connotaciones de su nombre. Los dos edificios, con sendos carteles luminosos que anuncian el nombre, se convirtieron cuando llegué en mi principal punto de referencia para orientarme cuando el taxista se saltaba la salida de la autopista, lo cual sucedía a menudo.

Ahora ya no me pierdo para llegar a mi casa, pero las Twin Towers continúan siendo una referencia, aunque de otro tipo. Todos las tenemos. Me explico. Cuando vas a casa de alguien y te acercas a su ventana, nunca deja de producirse el siguiente ritual: el anfitrión señala con el dedo algún gran edificio frente al suyo, a mayor o menor distancia, y te explica que cuando la contaminación está en 300, o 400, desaparece como por encanto. Yo ya sé que cuando no puedo ver las Twin Towers, la cosa está muy chunga.

Ayer noche, tumbada en la cama, me quedé mirando el perfil de este hotel, que desde hace días sólo identifico por la noche en medio de la bruma gracias a los carteles luminosos. Estos últimos días, como explicaba, han transcurrido entre diferentes tonalidades de gris. De modo que mientras hacía un rápido balance del día, sentí gran alivio de que mi aventura china llegue a su final.  

El caso es que justo ahora, cuando me quedan pocas semanas por aquí, mi Ayi, la mujer que cocina y hacer la limpieza, ha aprendido a hacer croquetas de atún y queso y tortilla de patatas, de forma que en casa últimamente ya no comemos setas con ojos. Hace unos días me dio dinero para el regalo de cumpleaños de mi hija, una cantidad exorbitante en relación a su salario que, a pesar de mis protestas, se negó a rebajar. “La amabilidad de los extraños, como el tiempo mismo, al final es lo que cura nuestras heridas”, escribe la autora china Yiyun Li en su fantástico relato titulado “Kindness” (Amabilidad).

Los chinos tienen una palabra de la que maestros budistas como Thich Nhat Hanh hablan con frecuencia: se trata de “nien”. La palabra china para referirse a mindfulness o conciencia plena une “ahora” o “presencia” con “corazón”. En palabras de Thich Nhat Hanh: “La combinación de caracteres significa el acto de experimentar el momento presente con el corazón. Nos ayuda a estar en contacto con las maravillas de la vida, que están aquí y ahora”.

Incluso aquí, en esta ciudad irrespirable donde la única regla para moverse y buscarse la vida parece ser “yo primero”, si uno tiene “nien” bien afilado puede percibir que la amabilidad de los extraños ciertamente cura muchas heridas. Como en todas partes. 

En Twitter: @nataliamartin