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Las tres leyes de la robótica

Publicado el 04 noviembre 2012 por Ferranmunoz @ferran_munoz

Yo robotHace unos cuantos años que soy seguidor de Isaac Asimov. El autor de varios libros de ciencia ficción (como la colección de cuentos “Yo robot”, la “Saga de los robots” y la “Saga de la Fundación“) hace acopio en sus libros de tres simples leyes que cumplen todos los robots que aparecen en sus libros. Estas leyes las denomina “las tres leyes de la robótica“.

Estas leyes son una especie de dogma y un patrón de comportamiento que siguen durante toda su vida. Ahora bien, las leyes no se trascriben en los robots que existen en la realidad, ya que estos se mueven y actúan mediante algoritmos complejos y reglas matemáticas. Nada que ver con lo que vemos en la ciencia ficción (faltaría más).

Sin más dilaciones, las leyes son estas:

Primera ley de la robótica

Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.

Segunda ley de la robótica

Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la Primera Ley

Tercera ley de la robótica

Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley

Aquí las tenéis en vídeo:

Pinche aquí para ver el vídeo

Prioridades

Todos, y digo absolutamente todos los robots que aparecen en sus libros las cumplen. No hay excepciones en ninguno de los robots (el cerebro positrónico está diseñado para que así sea) y se rigen según las prioridades de la situación en que se encuentre.

Por ejemplo: si un robot ve que un ser humano está sufriendo daño pero si actúa el robot, este sufrirá daño; pues el robot actuará igualmente, ya que la Primera Ley tiene más peso que la Tercera. Por lo tanto, el robot “salvará” al ser humano de lo que le infringía dolor aunque este sufra algún percance.

¿Qué sucede cuando no se cumplen?

Si un robot no puede cumplir con alguna de las tres leyes por culpa de alguna circunstancia (como por ejemplo, un robot ve un asesinato y no ha podido evitarlo), los circuitos del cerebro positrónico del robot se destruyen y entra en lo que se denomina “un bloqueo mental o robloqueo”. Esta situación es irreversible y se considera que el robot queda destruido.


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