La guerra de los Roses. Hace una maravillosa ilustración del escalonamiento del pleito y la tozudez, que confirma cómo es la persona más íntima la que más podría ponerte el mundo de cabeza, moverte el tapete o llevarte a morir.
La posesión. Retrata como ninguna otra, la desesperación de las roturas que provocan los demonios interiores. Hay escenas terribles de los enfermos ires y venires del me voy - regreso - vete - no te vayas.
Personas, lugares, cosas. Muestra la dificultad para seguir adelante cuando termina una relación, pasando por la extraña sensación al entender que de verdad terminó, y la obsesión de revisar cómo fue que pasó lo que pasó. Es delicioso cómo se trata el tema de los hijos en medio de esto.
Silvia Parque