Los delincuentes no son héroes
Al oír la palabra delincuente, tendemos a recrear mentalmente un hombre corpulento de gran fuerza física, agresivo, con alto coeficiente intelectual (cuando más lo consideramos peligroso, más inteligente nos parece), y gran seguridad en sí mismo (elevada autoestima). Por otro lado pensamos en las víctimas como una personas delicadas, vulnerables, ante tal fortaleza presentada por el delincuente. Pues bien, en realidad, el delincuente no es quien se dice ser, y las víctimas no son quienes aparentan ser.
Conocer de ante mano las líneas que puede seguir en un momento determinado un delincuente, te ayudará a estar preparad@ para ello y contribuir de un lado a su prevención y / o a su desistimiento, puesto que no formarás parte de los planes que tiene el delincuente. Es decir el delincuente quiere conseguir un beneficio, sin correr ningún riesgo y bajo la “ley del mínimo esfuerzo”. ¿Cómo? Digamos que es un profesional que conoce su oficio y, a través de experiencias anteriores traza un esquema-guion que le ayudará a controlar la situación. Para ello esperará a encontrar la situación idónea para
actuar, esto es, aquella en la que el objeto esté visible o en la que la víctima esté distraída. En el momento en que se presenta una situación no prevista por el delincuente, tiende a desistir. Por lo tanto trabajaremos para “ponérselo difícil”: vamos a aumentar su esfuerzo para realizarlo y el riesgo que pueda sufrir y a disminuir las oportunidades.
¿De qué manera? Desde la prevención; por ejemplo, no publicar en las redes sociales que te vas de vacaciones durante un periodo de tiempo. Se recomienda no dejar la típica llave de ” emergencia” o de ” por si acaso” debajo del felpudo que pone “Bienvenidos”. No dejar todas las persianas cerradas “a cal y canto”, pues falta tener un cartel luminoso que ponga ” no estoy, no hay nadie en casa, despejado”. Y por supuesto cerrar con llave, nada de tirar de la puerta y listo. Sería interesante contar también con un sistema de alarma, bien indicado (supone un obstáculo para el delincuente en potencia).
La actitud que tomemos es fundamental antes, para prevenirlo, (agarrar el bolso de manera temerosa, ansiosa en estado de alarma, hace que el delincuente se fije y piense que algo valioso guardas con recelo), durante (por ejemplo, tener una actitud serena te ayudará a memorizar mejor cómo iba vestido para identificarlo) y después del acto delictivo (capacidad de afrontamiento y superación.) Todo ello como digo supone un despliegue de mecanismos de superación y capacitación que sin duda hace que la victima sea la verdadera heroína.
La Unidad de Atención a Víctimas de delito le recuerda:
- Se pueden disminuir las oportunidades de delinquir añadiendo obstáculos, eliminando aquellos lugares con fácil escondite o escape, donde puedan ser observados, consiguiendo así ser disuadidos o capturados.
- Todos los ciudadanos pueden contribuir a la disminución de los delitos a través de la vigilancia, del control social, de la interacción vecinal. El sentimiento de comunidad es un escudo contra la delincuencia.
- La autoconfianza le ayudará a disminuir la sensación de indefensión e impotencia. Haga una valoración positiva de sí mism@. Recupere la confianza en sí mismo y en los demás. Mimese a sí mism@.
- El miedo al delito desproporcionado puede disminuir su calidad de vida (limitación y evitación de ciertas actividades). Ha de recuperar el control de su propia vida. Mantener actitud positiva ante la vida.
- Cuenta con recursos y habilidades propias para enfrentarse a la situación que se proponga. Tenga siempre presente que el único culpable es el agresor: sentirse culpable no significa ser culpable.
Si tiene alguna duda, consúltenos.