A mi niña le encanta que el gato de los vecinos nos visite -a mí, no-. No sé si es un gusto temporal porque lo está conociendo, si le gusta especialmente porque es el animal con el que más ha convivido -aunque han convivido muy poco-, o si van a gustarle los gatos.
La fantasía de que B me salga un día con que quiere un gatito, me da algo de repelús. Puedo apreciar que son animalitos hermosos, pero no puedo dejar de verlos como fierecillas: siento que estamos mejor a la mayor distancia posible.
Silvia Parque