Le temo a la oscuridad

Quizás les resulte cómico que una “señora” (aunque me pese ostentar éste título dos bestias lo avalan) de veinti-trece años le tenga miedo a la oscuridad. ¡Esa soy yo! No es cuestión de que piense que detrás del armario haya un monstruo, pero no me siento segura así que necesito dejar una luz prendida.

Recién casada, Semenator apagaba todas las luces y cerraba la puerta de la habitación. Una vez dormido, me levantaba sigilosamente para abrir la puerta y encender la luz del pasillo sin que se diera cuenta. Me daba vergüenza aceptar esta debilidad. ¡Siempre se ha quejado que por qué dejo la luz encendida y que soy una descuidada! Obviamente mi respuesta para evadir el tema es que “siempre” me suelo pegar en el dedo meñique del pie con la cama y que así puedo ver perfectamente y no tropezar. Pero la puritita verdad es que me da miedo la oscuridad.

Desde pequeña siempre le decía a mi madre que dejará la luz del pasillo. Escuchaba el televisor de la sala, los pasos de mi madre, de mi padre y así sabía que estaban ahí y caía rendida ante Morfeo de manera tranquila. Por supuesto que intentaron todo tipo de lucecita de “ayuda” pero nada. Dejo constancia que siguen sin servir. Todas las que le he comprado a Critter las he probado yo antes ejem ejem (sólo por probar su eficacia) y una lucecita tímida no es suficiente. NECESITO LA LUZ DEL PASILLO ENCENDIDA.

¿Por qué les cuento esto? Porque necesito de ustedes. Quiero saber sus experiencias.

Ayer tuve un sueño “intenso”. Noooooo de ese tipo ¡tranquilos!

Suelo ser muy soñadora y puedo soñar desde aventuras complicadas, como estar en los Oscares, como que me caigo de una escalera de veinte metros hasta…con muertos. No, no es cuestión de soñar que alguien se ha muerto…eso también lo he sufrido y ¡ay señoooorrrr como duelen esos sueños!

Sin embargo, en mi larga vida he tenido tres sueños “intensos”.

La primera vez fue en nuestro primer piso casados. Me salí de mi cuerpo y veía como otra alma lo habitaba. Semenator me estaba despertando y desde fuera sufría porque si me despertaba ¡no iba a ser yo iba a ser la otra alma! ¡Una angustiaaaaaaa tremenda y una sensación bastante asquerosa!

La segunda vez fue en mi primera noche en mi piso recién llegada a Lionville. Soñé que había dos personas mirándonos dormir. Me desperté y espantada les preguntaba qué querían y me decían que solamente estaban de paso, que ellos venían a vernos pero que venían de SERFUNLE. Yo, como buena mexicana, no tenía ni idea que era eso. SERFUNLE son los Servicios Funerarios de León. En México solemos ir a un sitio que se llama Gayosso para la velación del cuerpo así que no sabía que era eso. Al día siguiente cuando salimos a dar una vuelta vimos que SERFUNLE estaba detrás de nuestro piso. ¡A-CO-JO-NAN-TE!

Y ayer.

Ayer me pasó algo “intenso” y duro y por primera vez tuve miedo. Al grado de despertar a Semenator y pedirle que me diera la mano.

La madre de la mejor amiga de mi hermana acaba de morir en un accidente de tráfico. Soñé con ella, que iba a saludarla y al acercarme me acordaba que estaba muerta pero en eso me agarraba de las manos ¡Y ME TRANSPORTÉ A OTRA DIMENSIÓN! no puedo explicarles porque se me pone la carne de gallina y me recorre un escalosfrío. Cuando me tocó sentí “otra dimensión”, sentí  mil almas, sentí un vacío, sentí terror y me gritaba desde muy lejos pero con un tono de voz como si fuera a través de un altavoz que ¡tenía que hablar con su hija! ¡que tenía que decirle algo!

Y me desperté. Y sentí nauseas y mareo.

Y miedo.

La luz estaba apagada y tuve que levantarme a encenderla.

Sólo vi una vez en la vida la película de “Sexto Sentido”. La vi recién llegada a Italia cuando mi nivel de italiano era menos cero grados centígrados. No entendí la mitad, pero no quise volver a verla.

¿Alguno de ustedes ha vivido cosas así? ¿Tienen miedo?

Dicen que si cuentas los sueños no se convierten en realidad…