Revista Literatura

Leandro y la editorial

Publicado el 13 julio 2009 por Ludwig

- ¿Y bien, señor Agustín?. ¿Cuál es su veredicto?.
Sentados delante de sendas cervezas, en la terraza del bar de Santiago, Leandro González, director general de una pequeña editorial de libros y Agustín Torre, de la empresa consultora Grim S.L.
- ¿Sobreviviremos a la crisis? - preguntó Leandro González.
- Sin lugar a dudas – le respondió el señor Agustín - . Su empresa goza de una salud excelente.
- No sabe cuanto me alegro, Agustín. Me permitirá que le tutee, ¿verdad? - Agustín hizo un gesto afirmativo - . Pues no sabes las ganas que tenía de oír tu veredicto. No me apetecía nada tener que gastar dinero en cambiar mi empresa. ¿Sabes?. Me siento orgulloso de ella. Tiene muchas cosas mías.
- Aún así hay cosas a mejorar...
- Siempre hay cosas a mejorar. Dime. ¿Qué se podría hacer?.
- Bueno. Siempre he pensado que la crisis puede ser una oportunidad para mejorar. Y tu empresa es de las pocas que pueden aprovecharse de la situación. Por un lado debo decirte que deberías aumentar la tirada de libros. Con tres máquinas y veinte recursos humanos te da para sacar al mercado dos mil ejemplares. Si aumentaras el número de máquinas al doble, podrías imprimir no ya dos mil ejemplares... Podrías llegar a diez mil. Las máquinas han evolucionado y permiten triplicar la tirada. Así podrías reducir tu personal. He comprobado que el setenta por ciento de tus recursos tienen edades superiores a los cincuenta años.
- Entiendo. Sigue, sigue...
- La selección de autores y de contenidos de los libros es impecable. Se venden como rosquillas, te los quitan de las manos – continuó Agustín -. Pienso que deberías contratar a un comercial para que los coloque en más librerías y así vender el aumento de la tirada que te propongo.
- Interesante...
- También he observado que el margen que obtienes podría ser mayor. Estoy seguro de que podrías vender sin problemas tus libros al doble de su precio, sin que se redujeran las ventas. Quizás invirtiendo un poco en publicidad y otro poco en un buen estudio de mercado. Y no sería ninguna mala idea que abandonaras también esa idea que tienes de sacar libros electrónicos. Sería tu ruina. Piensa que un libro electrónico es un candidato para la piratería. Un único libro tuyo puesto en Internet y, a los dos días lo tendrían cien mil usuarios, sin haber pagado un euro. A no ser que pongas DRM, es decir alguna protección que evite la copia...
Leandro había tomado unas notas mientras Agustín hablaba. Apuró su vaso de cerveza y le hizo una seña a Santiago para que le trajera otra.
Se quedó pensativo, mirando sus notas. Cuando Santiago le trajo el vaso, bebió un trago y empezó a hablar:
- ¿Sabes, Agustín?. Esas tres máquinas que tengo en la imprenta, así como las encuadernadoras, son unas piezas de museo. Tienen unos setenta años. Son lentas, requieren papel bueno, que me hacen especialmente, por cierto. Las conservo y no las he cambiado, por una sencilla razón: la calidad.
Tomó un libro del montón que tenía sobre la mesa. Lo abrió y cerró unas cuantas veces. Luego lo puso boca abajo y lo sacudió un poco. Unas cuantas hojas cayeron al suelo.
- Evidentemente este libro no es de mi editorial – tomó otro libro e hizo lo mismo. No cayó ninguna hoja. Luego abrió ambos libros y los dejó abiertos delante de Agustín - .Este segundo libro si que es nuestro. ¿Notas diferencias en la impresión?. Si lo ojeas verás que todas las páginas son uniformes. En el otro libro advertirás variaciones; unas hojas más claras, otras oscuras e incluso algún que otro manchón de tinta.
Leandro miró la hoja.
- Capítulo “recursos humanos”. Yo trabajo con seres humanos. Mi empresa mantiene familias. Tengo la suerte de contar con unas personas que aman lo que hacen. Gracias a ellos, mis máquinas han sobrevivido una guerra. Gracias a ellos las máquinas están exactamente igual al día que mi padre las compró. Mis empleados se sienten valorados porqué son conscientes de la importancia de lo que hacen. No luchan entre ellos para obtener un ascenso, porqué les gusta lo que hacen. ¿Que son mayores de cincuenta años muchos de ellos?. Es cierto, pero eso les da el valor añadido de la experiencia. Habrás visto como está la imprenta: impecable. Otra cosa: hace muchos años que no tenemos que tirar pruebas defectuosas. Algunas veces han tenido que alargar la jornada y han intentado que yo no lo supiera para que no les pagara horas extras. Muchos de esos hombres son hijos de antiguos empleados. Y, todos ellos son también propietarios de la editorial y cobran sus beneficios. Conozco a las familias de todos ellos. He asistido a bodas, bautizos y entierros. Son mi familia y antes eran la familia de mi padre. ¿Cómo voy a prescindir de ellos, por querer ganar más dinero?.
Bebió un trago y continuó.
- Asunto ampliar la venta a otras librerías. Mi padre empezó el negocio y, poco a poco, fue haciéndose con una clientela de libreros a su imagen y semejanza. Se trata de personas que, como mis empleados ó yo mismo, aman su trabajo, aman la literatura. Y sus clientes son iguales a ellos. Éstos me escriben constantemente para darme sus impresiones sobre sus lecturas. ¿Quieres que mis libros se vendan en grandes almacenes, en gasolineras ó en grandes superficies?. No y mil veces no, Agustín. ¿Aumentar la tirada?. Si implica merma en la calidad, no rotundo. Eso anula también la publicidad y los estudios de mercado. ¿Subir precios?. ¿Para qué?. Obtenemos lo suficiente para que todos podamos vivir bien. Incluso y que esto no trascienda, desde hace tres años donamos un tres por ciento de nuestros beneficios a una ONG. Por último...
- Por último... -animó Agustín.
- Por último, los libros electrónicos. Estoy a favor de ellos. Cierto que nuestros libros serán pirateados, ya que no pienso protegerlos. Pero es una forma de hacer que todos tengan acceso a la literatura. Los estudiantes, los enfermos, los parados... Ten en cuenta que en la editorial tenemos una idea muy clara. Se trata de un principio que hemos aplicado siempre: editar libros de más de una lectura. Me refiero a esos libros que nos gusta releer varias veces a lo largo de nuestra vida. Son aquellos que con cada lectura nos hacen ver aspectos nuevos ó quizás volver a sentir lo mismo que en la lectura anterior. De ahí que seamos cuidadosos a la hora de editar nuestros libros. Queremos que el libro que editamos sea capaz de aguantar muchas relecturas a lo largo de los años. Yo mismo he leído muchos libros electrónicos, pero cuando encuentras aquel ejemplar que te emociona, que te conmueve, acabas comprándolo, porque sabes que lo volverás a leer a lo largo de los años. Por eso no me preocupa el libro electrónico. En realidad es una manera de darlo a conocer. Y si gusta, se venderá. Eso lo tengo claro.
- Tienes las ideas muy claras, Leandro. Entre nosotros, ojalá hubiera muchas empresas como la tuya. Capaces de valorar a las personas y no el beneficio.
- Pues viene por este bar una persona, director de una multinacional, organizador de un ERE, que está dejando en la calle a un montón de personas, a pesar de tener beneficios. No tienes idea del pastón que está gastando en publicidad interna, para intentar convencer a los trabajadores de que son el mayor activo de la empresa y bla, bla, bla. Te voy a dejar. Tengo que ir al bautizo del hijo de Ezequiel, el encargado del almacén. Envíame la factura por tu trabajo, Agustín.
- Creo que no lo voy a hacer. Si no tienes objeción, envíame cinco de los que consideras los mejores libros que hayas editado.

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