Bien entrada la noche nuestras manos dejan de trabajar.
Descansan abiertas con huellas de animales
viajando a través de la nieve recienre.
No necesitan de nadie. La soledad las rodea.
Cuando se acercan, cuando se tocan,
son como dos pequeños arroyos
que al entrar a un ancho río
sienten la fuerza del mar distante.
El mar es una habitación lejana en el tiempo
iluminada por los faros de un coche al pasar.
Un vaso de leche resplandece en la mesa.
Sólo tú puedes alcanzármelo ahora.
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Charles Simic (Belgrado, Serbia, 9 de mayo de 1938 - Dover, Estados Unidos, 9 de enero de 2023)Mil novecientos treinta y ocho
Valparaíso Ediciones, 2014
Charles Simic, el insomne que a las tres de la madrugada se convierte en metafísico, cree que la noche le hace más humilde, de igual manera que cree que existen dos formas de ver el mundo: con los ojos abiertos y con los ojos cerrados, que es como él pensó siempre que las cosas se ven mejor. Así mira su poesía, a la que no le vale sollozar o morder la almohada, porque prefiere el sentido del humor y combinar la ironía con la tragedia, como cualquier tipo de escena cotidiana, con el anhelo infinito y secreto de la poesía de detener el tiempo.
[Prólogo de Nieves García Prados]