LEE, luego existe

Todos hemos vivido la pérdida de información importante por no leer lo que dice el típico letrerito de office cuando cierras un archivo: “¿Desea guardar los cambios efectuados?”, pues la incontinencia negativa computacional (a todo se le dice que no porque el aparato puede explotar) entiende: “¿Desea?”, y Don Usuario presiona NO con una rapidez y seguridad abrumadora porque lo vio anteriormente en alguna parte (claro, en alguien que no quería guardar los cambios). Cuando Don Usuario vuelve a abrir el archivo se da cuenta de que todas esas horas de trabajo se perdieron en un inexpresivo NO que tenía que ser SI… "¡pero si yo guardé!", he escuchado mil veces, seguido de una cara de frustración/resignación, y a hacer todo de nuevo.

No es posible que estemos rodeados de letras, palabras y hasta oraciones (oraciones… ¡qué derroche de palabras!) y no sepamos leer bien. A ver, las palabras están compuestas por una serie de letras que toman significado juntas y las oraciones están compuestas por palabras que solo unidas forman sentido. Entonces, ¿quién lo autorizó a leer la mitad o menos de los mensajes? Eso no fue lo que aprendimos en el colegio… y, por otro lado, es bastante poco práctico a la hora de comunicarnos (ya estará de acuerdo conmigo, siga leyendo).

La vida me ha enseñado que es necesario LEER TODO, por ejemplo: “Tire” y “Empuje” son palabras claves cuando se quiere entrar o salir de algún lugar y no quedar como estampita en la puerta; arriba o debajo del personaje de cada puerta de baño público hay una palabra, léala, así no tendrá que descifrar cómo sentarse en un urinario; no se olvide de revisar si aplicó “Responder” o “Responder a todos” en los correos electrónicos, puede pasar (¿quién lo diría, no?) que envíe un privado pelambre sobre el jefe a toda la lista de correos de su trabajo; y por último un consejo, si el computador le envía un mensajillo desde el más allá, léalo completito porque él no se manda solo y necesita una respuesta de su parte para terminar su labor. Después de todo, ¿a quién no le ha pasado?