¡Legalización y respeto al mirado de tetas para nosotros y para nuestra posteridad!

Publicado el 08 septiembre 2010 por Metaemigrante
Hoy me vino algo a la mente que me hizo enojar un poco, a saber: las mujeres que se quejan porque uno (u otro) les mira las tetas. Y no me refiero a las que te dicen “esos no son mi ojos” o “mírame a la cara que me las vas a gastar”. Yo hablo de las que van corriendo a contarle a todo el mundo que tal (por ejemplo yo) o cual (otra vez yo generalmente) les estuvimos mirando las tetas.
A ver señoritas les voy a contar cual es la dura verdad detrás del “mirado de tetas”. En la mayoría de los casos los hombres miramos tetas de distintas formas, discretamente en general y casi nunca de forma evidente a menos que estemos distraidos.
Es así, tenemos un grupo de neuronas que se encarga exclusivamente de impulsarnos a mirar tetas. Generalmente estas neuronas están inhibidas o compiten contra otros estímulos que hay dando vueltas por el mundo, como por ejemplo un partido de futbol o una botella de cerveza.
Cuando hablamos con una mujer, esta suele tapar gran parte de nuestro campo visual por lo que solo nos queda mirarla a los ojos, escuchar atentamente lo que dice o mirarle las tetas.
Si la mujer tiene las tetas muy grandes esto no es un problema, el grupo de neuronas encargado de hacernos mirar tetas se activa pero en la mayoría de los casos podemos vencer el instinto mediante un intenso esfuerzo de nuestra corteza prefrontal y repetir mentalmente, no le tengo que mirar las tetas, no le tengo que mirar las tetas…
Hasta acá todo bien, ya pasamos la primera prueba, pero justo en ese momento viene otra mujer pero en este caso con unas tetas normalitas, modestas o pequeñas y es en ese momento en el que nos sentimos seguros y bajamos la guardia donde puede ocurrir lo peor.
Largamos el aire que teníamos contenido y nos disponemos a “disfrutar” de una amistosa charla con nuestra partener. La miramos a la cara y ella empieza a contarnos que tiene un problema con una amiga que se enojó con ella porque una vez estaba muy ocupada hablando con otra amiga por el msn acerca del gato que se llama Michelagelo y que es divino, una cosita así y…
Claro cuando nos queremos dar cuenta nuestro neocortex se escapó a un lugar menos hostil y dejó a cargo al diencéfalo que es una estructura extremadamente primitiva de nuestro cerebro. Ojo cuando me refiero a primitiva no hablo de los hombres de las cavernas sino, más bien, de cuando éramos reptiles.
Volviendo a hilo de repente nos despertamos del letargo y nos encontramos con un par de tetas delante de nuestros ojos. El daño ya está hecho, a levantar la cabeza y mirarla a los ojos se hace notoria la cara de triunfo regocijándose porque te (me) va a poder criticar, “siempre igual cada vez que le digo algo me miras las tetas”.
¡Y claro! ¿Qué voy a hacer? Si me aburro, me distraigo y no tengo ninguna otra cosa interesante que hacer. Los ojos se me van solos, sin darme cuenta, es un comportamiento inconsciente. Además, hay un solo responsable de que esto haya ocurrido y es la propia víctima de la mirada.
¡Basta de hipocresía! ¡Legalización y respeto del mirado de tetas para nosotros y para nuestra posteridad!