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Leibniz. Las Mónadas.

Publicado el 20 octubre 2011 por Alfredo
Leibniz. Las Mónadas.
§7: «Tampoco hay medio de explicar cómo una Mónada pueda ser alterada o cambiada en su interior por alguna otra criatura, puesto que en ella no cabe transponer nada ni concebir movimiento interno alguno que pueda ser excitado, dirigido, aumentado o disminuido dentro de ella, como sí es posible en los compuestos, en donde hay cambio entre las partes. Las Mónadas no tienen ventanas por las que pueda entrar o salir algo».
§9: «Es necesario también que cada Mónada sea diferente de otra cualquiera. Pues nunca hay en la Naturaleza dos Seres que sean perfectamente el uno como el otro, y en donde no sea posible hallar una diferencia interna o fundada en una denominación intrínseca».
§10: «Doy también por sentado que todo ser creado, y por consiguiente también la Mónada creada, está sujeto a cambio, y, además, que ese cambio es continuo en cada una».
§11: «De lo que acabamos de decir se sigue que los cambios naturales de las Mónadas provienen de un principio interno, puesto que una causa externa no puede influir en su interior».
§14: «El estado transitorio que envuelve y representa una multitud en la unidad o en la sustancia simple no es otra cosa que lo que llamamos Percepción, que debemos distinguir de la apercepción o consciencia, como luego quedará de manifiesto. Y precisamente en este punto los cartesianos han caído en un grave error, por no haber tenido en cuenta para nada las percepciones de las que no nos apercibimos. A causa de esto también han creído que solamente los Espíritus eran Mónadas y que no había Alma de las Bestias ni otras Entelequias; y han confundido, junto con el vulgo, un largo aturdimiento con una muerte en sentido riguroso, por lo que han venido a caer de nuevo en el prejuicio escolástico de las almas completamente separadas, y han corroborado, incluso, a los espíritus retorcidos en la opinión de la mortalidad de las almas».
§15: «La Acción del principio interno que produce el cambio o el paso de una percepción a otra puede llamarse Apetición. Si bien es cierto que el apetito no siempre puede acceder por completo a toda percepción a la que tiende, en cambio, siempre obtiene algo de ella y accede a nuevas percepciones».
§18: «Se podría dar el nombre de Entelequias a todas las sustancias simples o Mónadas creadas, pues tienen en sí una cierta perfección [...] y hay en ellas una suficiencia [...], que las convierte en origen de sus acciones internas, y, por así decir, en autómatas incorpóreos».
§22: «Y lo mismo que todo estado presente de una sustancia simple es naturalmente una consecuencia de su estado precedente, así también el presente está grávido de futuro».
G. W. LEIBNIZ, MONADOLOGÍA, TRAD. DE JULIÁN VELARDE, MADRID, BIBLIOTECA NUEVA, 2001:
Leibniz. Las Mónadas.

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