Lejos.

Publicado el 13 noviembre 2016 por Rizosa
Yo siempre he sido muy partidaria del odio, así en general, y debo reconocer que a veces prefiero que me odien a que me quieran para siempre. El amor hacia un ideal utópico e irreal es corrosivo: te va consumiendo y te impide seguir adelante. El odio controlado y temporal, en cambio, te ayuda a curar. A renacer. A borrar. A continuar.
Por eso sonrío cuando me llaman bruja. Loca. Zorra. Superficial. Histérica. Cuando hablan guiados por su rencor y los falsos recuerdos. Cuando intentan demostrar algo innecesario. Cuando se descubren. Yo me quedo al margen, observando, con calma. 
Realmente soy puro altruismo: me gusta que me odien porque sé que esa es, de alguna forma, la única salida hacia su felicidad. Y yo quiero que sean felices.
Lejos.