Lejos, el bosque brama.
Nadie se explica ese bramido primordial.
Las sombras fabulan para que el bosque brame. Lejos, las ramas duermen y persiguen pesadillas humanas. Es el viejo bosque asustado. Quien desee cruzarlo deberá descifrar los bramidos ancestrales. No hay tiempo ya para nuevas gramáticas. Todo lo que resta pertenece a las sombras, símbolos de nada. Si al menos la lechuza comprendiera el oscuro bramido... Es el lenguaje del olvido, ni más ni menos. Cuando los roedores desaparezcan, el ruido abandonará la espesura. Entonces toda comprensión será brisa pura. Y el recuerdo del bramido, una quimera. El tiempo de las gramáticas pasó. Jamás volverán los símbolos. Hubo una época en la que el bramido pudo ser descifrado, pero fue una época de grandes luchas entre roedores. Demasiado ruido para sentir el susurro dolorido de las encinas.