Revista Literatura

Leyenda del tiempo, Cristina Diez

Publicado el 31 octubre 2011 por Adriagrelo
Leyenda del tiempo, Cristina Diez
“Cuando te regalan un reloj,  te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire”Julio  Cortázar
 
En los orígenes, en el Paraíso, el tiempo fue laxo, ilimitado, libre. Punto, curvas o recta infinita, según sus deseos y los del viento que, en aquel paraíso, fue un espíritu travieso y amistoso, por el que el tiempo se dejaba desgranar y amontonar en una danza liviana, sin prisas y con pausas elegidas.
Pero el hombre y la mujer mordieron la manzana, mirándose a los ojos, disfrutaron de la textura ligeramente áspera, de la pulpa dulce y jugosa y fueron condenados a ser mortales. El tiempo-que es justo decirlo- no había probado ni una mísera cáscara del fruto prohibido fue funcional al castigo: lo encerraron en los relojes y, desde entonces, lo custodian con celo cronologías, calendarios, agendas, péndulos, alarmas y vibraciones digitales. Vive medido y no puede demorarse ni mucho menos detenerse. La sentencia lo obliga a repetirse como un autómata y a producir el sonido más trágico de la vida: tic-tac, tic-tac, tic-tac.

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