Cuanto más observamos, casi todos lo hacemos a menos que seamos del todo ciegos, sordos y mudos, somos conscientes de las enormes contradicciones de los seres humanos, entonces, para comprender este inmenso y complejo problema de la existencia, uno debe tener tremenda pasión, cosa que no puede aportar el intelecto, tampoco el ocasional sentimentalismo y emocionalismo, ni esa pasión que surge al comprometerse con una actividad particular o al pertenecer a un grupo político o religioso. Eso aporta cierta cualidad de intensidad, cierta euforia, cierto estímulo, pero a través de todo ello se busca gratificación y placer. Toda la estructura de la sociedad, con su moralidad, sus dioses, su cultura, sus entretenimientos, se basa en
el placer.
Todos nuestros conceptos, acciones y exigencias se basan en el placer, y mientras uno no comprenda la naturaleza y la estructura del placer, siempre existirá el miedo. No solamente el miedo en nuestra relación de unos con otros, sino el miedo a la vida, o a la totalidad de la existencia.
Sin comprender el placer no es posible eliminar el miedo. No estamos negando el placer, no estamos recomendando vivir una vida puritana, ni reprimir el placer, ni sustituírlo o negar eso que llamamos enorme satisfacción, sólo lo estamos examinando. Al examinarlo debemos estar libres de opiniones, sino no podemos examinar. Comprender el placer es algo extraordinario, requiere enorme atención, una mente rápida, una percepción sutil. Uno debe comprenderlo, y para comprender no se puede reprimir o negar esa cualidad, ese principio del placer. Y es difícil de hacer porque estamos muy condicionados a aceptar y a actuar en base al placer, a la gratificación. Por eso siempre limitamos nuestra atención completa, miramos la vida en fragmentos, y mientras estos existan, uno no tiene ninguna posibilidad de ver lo total. Si decimos: 'Debo tener cierto placer y voy a conseguirlo a cualquier precio', entonces no comprenderemos ni veremos la estructura del placer. Pero nosotros estamos interesados en ver la totalidad del placer, el cual contiene dolor, frustración, agonía, remordimiento, el dolor de la soledad. Y cuando el placer es negado, naturalmente huímos de todo esto de diferentes maneras, lo cual de nuevo es otra forma de placer.
La mente que está atrapada, que está condicionada por este principio del placer, no puede ver la verdad, no puede pensar con claridad, por tanto, no tiene pasión. Interpreta la pasión como sexo o como si se tratara de alcanzar una actividad fragmentaria y realizarse en ese fragmento.
De modo que sin comprender el placer, sólo queda el entusiasmo, el sentimentalismo que provoca crueldad, insensibilidad, etc. Y bien, ¿Qué es el placer? Porque sin comprender el placer no existe el amor. El amor no es placer, el amor no es deseo, el amor no son recuerdos. El placer niega el amor. Por tanto me parece importante comprender este principio. Sin duda el placer es deseo, que surge de manera muy natural cuando vemos algo que nos estimula, que nos produce una sensación, y de esa sensación surge el deseo, y la continuidad de ese deseo es el placer. Placer que el pensamiento alimenta. Veo algo, y en ese contacto hay una sensación, esa sensación es el deseo que el pensamiento alimenta, porque el pensamiento es la respuesta de la memoria. La memoria se basa en experiencias pasadas de placer y dolor. Y el pensamiento sustenta este deseo, quiere perseguirlo y realizarlo. Uno puede verlo de forma muy simple en uno mismo, si lo observa, todo está frente a uno. Nadie puede enseñarle esa cualidad de observación. Si le enseñan cómo observar, ha dejado de observar, tan sólo tendrá una técnica de observación que le impedirá ver de verdad por si mismo.
Usted mismo es la humanidad entera, con todas sus agonías y sus desdichas, con la soledad y el aislamiento, la desesperación, la total soledad de la existencia, el sin sentido de todo eso. Y cuando uno lo observa se despliega sin límite, es la vida misma. Entonces, uno no depende de nadie, de ningún psicólogo, de ningún teólogo, sacerdote o dogma. Entonces está mirando el movimiento de la vida que es uno mismo. Pero, por desgracia, no podemos ver con claridad porque nos impulsa este principio del placer. Así pues, para comprender el placer, se debe comprender la estructura del pensar. Porque el pensamiento es el que da continuidad al placer. 'He sentido placer, ayer tuve una experiencia de placer', cualquier placer, y el pensamiento al pensar en ese placer exige continuidad. De modo que ese recuerdo del placer de ayer reacciona, exige revivir ese placer por el pensamiento.
El pensamiento es tiempo. Pensar en un placer o satisfacción del pasado, en la alegría o el disfrute de ayer, ese pensamiento exige continuar en el ahora y proyecta ese placer hacia el mañana. El pensamiento crea el pasado, el presente y el futuro, lo cual es tiempo, 'tuve un placer, voy a tenerlo y lo tendré'. Esa cualidad de tiempo la crea el pensamiento, la sustenta. El pensamiento es tiempo y el tiempo crea el miedo. Y sin explorar el tiempo el placer y el pensamiento, siempre estaremos atrapados en el tiempo, por tanto el tiempo nunca se detendrá. Tan sólo cuando el tiempo termina surge algo totalmente nuevo. De otro modo, sólo existe la continuidad de lo que ha sido modificado a través del presente y condicionado por el futuro.
El ser humano debe liberarse del miedo, miedo al futuro, miedo a... El ser humano tiene docenas de miedos, miedos conscientes o inconscientes, miedo al vecino, miedo a la muerte, a sentirse solo, inseguro, incierto, miedo a sentirse confundido, estúpido, y tratar de ser más inteligente. Ya saben, miedos, miedos que siempre están relacionados con algo. Pues el miedo por si mismo no existe. Y para liberarse totalmente del miedo, no parcial o en fragmentos, sino de esa totalidad que consideramos el miedo, para hacerlo totalmente, o sea, estar psicologicamente libre del miedo, uno debe comprender el pensamiento, el tiempo y el placer. Esa comprensión no es intelectual o emocional, esa comprensión sólo sucede cuando existe atención completa, cuando uno presta toda la atención al placer, cómo surge, lo cual es tiempo. El pensamiento ha creado el tiempo: 'fui, soy y seré', 'debo cambiar esto en aquello'. Esa idea de un proceso gradual, esa idea de una gradual evolución psicológica del hombre resulta muy gratificante. Decir: 'gradualmente llegaremos a ser muy amables, gradualmente dejaremos de ser violentos, agresivos. En un futuro seremos hermanos. Ese concepto de gradual, que generalmente llamamos evolución psicológica, creo que es completamente falso.
No es una opinión, es un hecho. Porque cuando prestamos atención completa a algo, el tiempo realmente no existe. Uno no dice: 'Lo haré mañana'. En ese estado de atención no existe el ayer, el hoy ni el mañana, por lo tanto el tiempo ha llegado a su fin. Sin embargo, el tiempo no puede terminar si existe un centro como principio de placer. El placer, en si mismo, es dolor, no se puede separar ambas cosas. El placer es dolor, si uno lo observa. Así, que no es posible en lo psicológico eliminar el dolor si perseguimos psicologicamente el placer. Queremos uno pero sin el otro. Emocionalmente funcionamos en el quiero y no quiero, y cuando afecta problemas profundos y fundamentales, el poner toda nuestra mente en ello resulta difícil porque malgastamos toda nuestra vida, la disipamos en acciones fragmentadas. Y si actuamos de forma completa, que solamente lo hacemos cuando hay una crisis, entonces despertamos y ponemos toda nuestra atención.
Una charla como esta es una crisis, un reto, no pueden apartarla.
En consecuencia, puede que resulte difícil, tal vez sea arduo seguirla, pero no será difícil si observan su propio estado mental, Saben, es como sentarse en la orilla de un río y observar el movimiento del agua. Si lo observan, no existe el observador ni lo observado, sólo hay un movimiento. Pero para observarlo, no puede haber miedo ni tiempo, ninguna sensación de placer ni exigencia de gratificación. Entonces, en ese estado uno puede observar todo el movimiento de la vida, el movimiento de la vida que es agonía, desesperación. El dolor de una existencia sin sentido, la rutina, el aburrimiento, los enormes miedos como la muerte. Uno puede observar todo esto, y cuando lo observa así, el observador es eso que observa, y entonces uno puede ir más allá de todo esto.
La mutación en la mente sólo puede suceder cuando el tiempo, el placer y el miedo llegan a su fin, entonces se abre una dimensión, una cualidad que el pensamiento no puede alcanzar.