Nos perdimos en divagaciones, teorizamos sobre escenarios imposibles. ¿Qué harías si ganaras un millón de
dólares en la lotería? ¿Jugarías a la lotería? ¿Y si dentro de diez años viene una nave espacial y te lleva a Neptuno? ¿Existirán los viajes espaciales en el futuro? ¿Qué opinás sobre el Triángulo de las Bermudas?Y en algún momento por la inercia hice una pregunta sobre qué te daría, en un intento de sondeo inocente para buscar tu regalo de navidad, pero respondiste y me dejaste en jaque.
¿Qué me das? Vos ya me das libertad. Dijiste bien fuerte y te miré sorprendida porque creí que estabas haciendo una broma. Pero sonreíste y mantuviste la vista clavada hacia delante sin dejar de caminar. No me reí ni te pregunté nada más, sólo apuré el paso para seguirte el ritmo y continuamos camino. La estrecha peatonal se llenó de música y la bombilla sonriente en el cielo miró hacia otro lado, roja de vergüenza.
Ahhh... Soy insoportable cuando me pongo cursi, pero quise guardar esta anécdota en forma de post. Dejo una canción y ¡feliz navidad!