Revista Diario

Libertad: Lo que se aprende de Salvador Allende

Publicado el 26 junio 2012 por Nasreen_amina
Libertad: Lo que se aprende de Salvador Allende

Anteojos del Pdte. de Chile Salvador Allende, encontrados en el Palacio de la Moneda, tras el bombardeo

 Un día como hoy, nacía el compañero Salvador Allende Gossens.

Yo tenía 6 días de nacida cuando vino el Golpe de estado en Chile, que derrocó al Presidente constitucional Salvador Allende e instauró la dictadura del terror, la tiranía de la mentira y la tortura, el flagelo de la exclusión y la desaparición forzosa entre el pueblo chileno, a cargo de esa bestia impune que fue Pinochet.

Yo fui una niña y no lo conocí. Lo que yo conocí fueron 17 años completos de dictadura y la pasión con que la gente que me rodeaba, se aferraba al recuerdo del Allende. En la escuela, en la TV, en la radio nunca se hablaba de él, pero en mi barrio- un conglomerado de casas alejado de las calles principales y olvidado por el municipio- su nombre se pronunciaba a cada momento, se recitaba como un mantra que hacía más llevadera la angustia de esa opresión militar y capitalista que no buscamos y que hasta hoy en día los chilenos padecemos.

Mi familia es socialista y mi padre lo es especialmente. Socialista de gustarle Allende y de hablar de él en la sobremesa de los domingos; socialista de leer y de salir a la calle, de creer en los movimientos sociales como generadores de  cambio, de creer en que la historia las hacen los pueblos y no la detienen ni cien mil dictadores; socialista de creer en un modelo en que la riqueza esté disponible en justicia para todos, como dijo una vez la valiente Gladys Marín, recordando a Neruda : “Que mi patria sea una mesa grande como la luna donde todos tengan un lugar”.

Yo no conocí a Allende, pero siempre he sentido honor de poder decir: Que nací durante su gobierno y que vine al mundo durante los últimos estertores de un país en libertad, pero libre al fin. Nací libre, en una tierra libre.

Ningún país ha tenido un Salvador como Allende. Este ha sido un privilegio de un “pequeño país”  llamado Chile. Yo no sé mucho de su vida, pero lo que aprendí de él me ha bastado para comprender:

Aprendí que la democracia es siempre posible, incluso para llevar un gobierno marxista al poder; todo depende de la voluntad del pueblo y de que ésta sea respetada. No existe democracia mejor protegida que aquella en la que el pueblo es su guardián y administrador.

Aprendí que el verdadero líder, no se legitima por la fuerza ni por la mentira, sino que por su capacidad de honesta entrega a su misión y por su capacidad de devolver la dignidad a las personas.

Aprendí que soy pueblo, que soy parte de la historia y que esto es una responsabilidad; que desde mi labor, ya sea como obrera, profesional o campesina, lo que hago vale, es importante, tiene un efecto en mi destino y en el destino de los otros.

Aprendí que no puedo hablar de progreso sólo para mí, que el devenir de la humanidad es absoluto: No hay libertad, dignidad y paz si no hay justicia social para cada persona. Los más privilegiados, ya sea con educación, trabajo o dinero, tienen mayor responsabilidad en la lucha por la justicia social.

Aprendí que siempre es mejor mantenerse leal a las convicciones propias y tener fe en el futuro, sin importar cuan amargo pueda ser el presente.

Aprendí que ser socialista no es militar en un partido político, sino militar a favor de la equidad, del trabajo, la salud, la vivienda y la educación como un derecho, militar a favor de la dignidad humana como requisito primero y universal para la convivencia social.

La enseñanza más importante de Salvador Allende es la Libertad y su testimonio ineludible es el coraje de morir por ella.

Las palabras de Salvador Allende suenan muy actuales en un contexto de revolución mundial, donde el ser humano se está levantando en contra del sistema que lo oprime. Hoy en día, cuando el capitalismo hace aguas y no le interesa condenar al ser humano al hambre y a la muerte con tal de mantener sus negocios, las palabras de Allende suenan presentes y actuales, tan presentes como su imagen y sacrificio:

“Y les digo, que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente….”

Esta semilla, la última que sembró Allende en la conciencia de los chilenos, es la semilla de la autodeterminación y voló con los vientos y se multiplicó. Pienso en el pueblo Egipcio, en Siria, en Sudán, en Bahrein y Palestina, en España y Grecia, en las mujeres de Guatemala y Ciudad Juárez, en los desplazados de Colombia, en la madre de Martita Verón y en Sola Sierra; en mi gente chilena, sometida actualmente a un gobierno reaccionario de cuello blanco y corbata de seda. Pienso en los jóvenes de mi país…

Todos ellos, mar humano, luchando por Libertad, Justicia y Verdad. Compañeros todos.

Recuerdo a Allende y pienso en cada persona que día a día reafirma su derecho a estar dignamente en este mundo: “”Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen… ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos…”

El día que Salvador Allende anunció hace 39 años, mucho más temprano que tarde, ha llegado: Ahora sí, las ansias del libertad del ser humano -antes censurada- se anuncia en los Periódicos, la Radio y la Televisión…

“…de nuevo, abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor…”

¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores! ¡Vivan los libres del mundo!


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