En estos días casi todos hemos empezado el colegio, y digo hemos porque el que no tiene un hijo en primaria, lo tiene en secundaria o bachiller, y el principio de las clases los sufrimos todos en carnes propias, ya sea porque hay que volver a reorganizar horarios para que todo vuelva a cuadrar minimamente o porque hay que hacer kilómetros andando en busca de ese último libro de texto agotado o ese material escolar tan raro que ha pedido el profesor.
Aunque sería mejor decir que quien más lo sufre es nuestro bolsillo. Porque sí, la educación es pública pero no gratuita, y como pasa en otras competencias cedidas a las autonomías las diferencias entre provincias pueden ser abismales, con lo que un niño puede tener los libros de texto gratis si vive en Andalucía o Navarra, recibir determinadas ayudas si reside en Aragón, o tener que pagar todo el material si por ejemplo vive como yo en la Comunidad Valenciana (cosa que parece que va a cambiar con el nuevo Gobierno Autonómico). Así que tanto hablar últimamente de una España unida, fuerte, grande, etc etc para que luego dime donde vives y te diré si estudias o no.
El caso de los centros concertados es otro abuso, uno para con los padres que tienen que pagar aportaciones “voluntarias” mensuales que varían según el centro, y otra con el resto de ciudadanos que participamos en su mantenimiento con nuestros impuestos pero que no vemos ni un solo euro derivado de los impuestos que deberían generar las millonarias cantidades que generan dichas aportaciones.
Según las asociaciones de padres y madres de alumnos la implantación de la LOMCE ha reportado 51 millones de euros a las editoriales de libros de texto, fomentando un modelo de enseñanza a mi parecer obsoleto y anticuado. Además ahora hay una modalidad de libros en los que hay actividades y ejercicios que se hacen en el mismo libro, haciendo prácticamente imposible su reciclaje o donación a otra persona para el curso siguiente. Por no hablar de la actualización de contenidos (no puede ser que todos los años inventen nuevas formulas de resolver ecuaciones o maneras todavía mas enrevesadas de análisis sintáctico) que hace que por un par de hojas un hermano no pueda utilizar los libros del mayor. Afortunadamente, desde hace un par de años los bancos de libros para su intercambio o venta están funcionando bastante bien, la gente se ha concienciado de que tirar al contenedor del papel libros casi nuevos era un crimen y que no es un desprestigio que sus hijos utilicen libros de segunda mano. Eso y que con la crisis lo de gastarse 300 o 400 euros por hijo se hacía cuesta arriba o directamente imposible.
Hoy leía en el periódico que la Ceapa (Padres y madres de la escuela pública) ha solicitado la eliminación de los deberes, la Concapa (lo mismo pero de la escuela concertada católica) se ha unido pero con matices, exigiendo un debate serio sobre el tema. Parece ser que sumando las horas de clase y las que dedican a los deberes en casa (sin contar extraescolares particulares) los alumnos llegan a las 60 horas semanales dedicadas al estudio, vamos lo que se dice una jornada laboral larga. Con lo que no les queda mucho tiempo entre semana para el ocio, y a veces hasta los fines de semana los tienen colapsados con trabajos o deberes atrasados.
Los deberes como refuerzo pueden ser positivos, para quien necesite el refuerzo claro, de lo contrario es una tarea obligatoria que convierte en castigo hasta a la asignatura más divertida.
Tenemos un sistema educativo nacido en la revolución industrial del siglo XIX y que prácticamente no ha evolucionado desde entonces en su estructura y finalidad, y que considero tan anacrónico en los tiempos que vivimos que debería cambiar completamente. Ya hay escuelas que apuestan por enseñar sin libros, fomentar la curiosidad, la individualidad y la creatividad y espero que ese sea el futuro para educar personas más inteligentes, porque para memorizar ya tenemos los ordenadores, y además los llevamos en el bolsillo, solo necesitamos que nos enseñen a comprender y analizar toda esa información que nos envuelve.
Mientras tanto, nuestros hijos seguirán intentando aprobar, que no aprender.