Hablar solos, de Andrés Neuman.
Cuando veo que Andrés Neuman tiene
La historia en sí es sencilla: padre enfermo de una enfermedad incurable, hijo con mirada inocente hacia este hecho y esposa que ve su pasado y futuro, de repente, en un cruce de caminos de pasados, presente y futuro. No hay más. Pero detrás de esta
historia tan aparentemente sencilla está la genialidad de quién la cuenta y de cómo lo hace. ¿Se imaginan una coral a tres voces? Tres voces calladas, hablando hacia dentro, diciéndose a sí mismos lo que quisieran que otros escucharan para reafirmarse en lo que sienten, para someterse al juicio propio. Se suceden los capítulos, primero habla el niño, luego el padre, luego la madre, para luego volver al hijo, y así sucesivamente en una cadena de monólogos que nos van descubriendo por capas la historia y nos hacen entrar en sus sentimientos de manera que, desde puntos tan distantes, poco a poco nos vamos acercando a un punto de encuentro final donde sólo nos queda la voz de ella, de Elena, que acaba la historia con un portazo, con un sordo silencio.
Andrés Neuman, a pesar de su juventud, es un escritor maduro. Es capaz de meter en un mismo libro, de apenas 179 páginas, a tres narradores: un niño de ocho años, un hombre que quiere contar todo lo que siente en minutos porque sabe que va a morir pronto, que no le queda tiempo, y una mujer que se encuentra perdida en un mar de sentimientos confusos, en mitad de una vida que no sabe si ha sido la que quiso tener y con un camino incierto que recorrer, con un hijo al que apenas empieza a conocer como madre en soledad. Los tres narradores con el mismo nivel de credibilidad, como si hubieran sido tres escritores y no uno los que hubieran escrito el libro.
Hace poco una amiga me comentaba que había leído Claus y Lucas porque yo lo había recomendado en este blog y le dije que no, que a mí me había gustado pero que no necesariamente eso significaba que a ella le fuera a gustar. De hecho, de haberme pedido consejo no se lo hubiera recomendado porque sé, por lo poco que la conozco, que no le gustaría. Amiga Loli, si estás por ahí, este sí, léelo que seguramente te gustará. Tengo alma de librero, de esos de toda la vida, de esos a los que le gusta recomendar a gusto del lector.
Reseña: Miguel Ángel Brito
Intemperie, de Jesús Carrasco.
Buscaba un autor que publicara por
Buscando información sobre el autor vi que se trataba del mismo al que había tildado de esdrújulo cuando leí este artículo (llamo
así a los autores que consideran que la calidad de una obra es directamente proporcional a la cantidad de palabras altisonantes que emplean) Además hablaban de él como del nuevo Delibes ¡Eso habría que verlo!
¿Para qué mentir?, me acerqué al libro como quien se enfrenta a un enemigo al que está dispuesto a machacar. Por eso, cierta maligna complacencia me recorrió al comenzar a leer –desde el principio asomaba el artificio y el lenguaje rebuscado, pensé-. Pero al final, fui yo la derrotada porque poco a poco fui sucumbiendo ante la historia que Jesús Carrasco nos cuenta con gran maestría.
Es verdad que en algunos momentos, al principio más, se nota cierto artificio; también lo es que utiliza muchas palabras poco o nada conocidas. Sin embargo, eso no impide que, si no quieres buscarlas en el diccionario, puedas seguir perfectamente la historia.
Frente a lo que algunos autores hacen (me parece un grave error), Carrasco deja que sea el lector quien “trabaje". Somos nosotros quienes tenemos que deducir los hechos. El autor se comporta como sus personajes, parco en palabra, las conversaciones entre ellos están llenas de elipsis y sobrentendidos.
Nos da pistas para que deduzcamos en que lugar o época puede transcurrir la acción, pero no la enmarca explicitamente. Lo mismo sucede con los personajes, apenas media docena, de los que no sabemos el nombre: el chico, el cabrero, el padre, el alguacil… Todo esto le da mayor intensidad a la historia.
Al referirse al autor y su novela lo comparan con Cormac McCarthy y Miguel Delibes; comprendo lo que quieren decir. Los espacios abiertos y solitarios en que trascurre toda la novela, o la escasez de personajes me recuerda a Todos los
A mí me vino a la cabeza Menéndez Salmón, especialmente La Ofensa y Los arrebatados (el padre opresor, el pueblo castigado por la sequía). La maldad y el miedo están presentes en la obra del asturiano. El propio Carrasco aludiría a él en la charla a la que asistí en Oviedo (y por cierto, no mencionó a Delibes) Coinciden también en que sin ser un libro extenso te obliga a hacer pausas en la lectura.
Cuando terminé de leer pensé que el título esta muy bien elegido. El chico no es el único a la intemperie, desprotegido; de la misma forma, nos encontramos nosotros los lectores ante esta novela dura y cargada de sufrimiento pero que también contiene, escondida, ternura.
Escuchar al autor resultó interesantísimo y espero no tardar demasiado en ofreceros un resumen de la charla. En cuanto a la novela, no sé si es la mejor del año, tampoco me importa; lo que tengo claro, es que es literatura de la buena y merece la pena ser leída.
Reseña: Lammermoor