Como siempre, una ficha técnica:Libro: Tormenta (Stormdancer, 2012)Autor: Jay Kristoff Editorial: Editorial HidraGénero: fantasía histórica, steampunkAño de publicación: octubre 2013Páginas: 493Edición: tapa blanda con solapasWeb: Jay KristoffValoración: 8/10
¿De qué trata?Una tierra agonizante El Imperio Shima, una nación formada por islas, fue antaño una tierra fértil, cuna de tradiciones y mitos centenarios. Ahora sus cielos son rojos y la tierra ha sido emponzoñada por las máquinas que funcionan mediante el vapor del loto rojo. Una petición imposible Los cazadores de la corte imperial de Shima reciben el encargo de capturar a un tigre del trueno, una criatura mitológica mitad águila, mitad tigre. Pero los tigres del trueno se extinguieron hace más de cien años. Y el precio por fallarle al emperador es la muerte. Un talento secreto Yukiko es una joven del clan del zorro y posee un don que, de descubrirse, podría hacer que la ejecutaran. Cuando el tigre del trueno se cruza en su camino y averigua cómo usarlo, esta joven muchacha pondrá en jaque a todo un imperio y cambiará el destino de todos sus habitantes de forma irrevocable.
Las Guerras del Loto 1/3: Tormenta // Kinslayer // ?
Tormenta me ha impresionado. Es una historia que promete, hablándonos de un Japón feudal asolado por la pobreza y la hambruna, oprimida por un Gobernador que sueña con animales mitológicos y deja que su población muera a manos de la droga de moda el loto rojo. Tanto la estética nipona-steampunk como las batallas, las costumbres y las vestimentas, han sido muy acordes con la época, además de procurar esmeradas descripciones para hacernos ensoñar. También, la pluma del autor, minuciosa y hasta escrupulosa, que recrea sin miramientos todo tipo de escenas para poder llegar a ellas visualmente; en muchas ocasiones, además, encontramos un sinfín de frases estructuradas como haikus que dividen escenas o plasman pensamientos arbitrarios de los personajes. Todo un acierto para la obra.
Después, la historia. Qué historia, señores. He disfrutado enormemente de este inicio de incipiente revolución, de los engranajes que Shima, nación agonizante, ha ido lubricando para despertar de la opresión. Tenemos en nuestras manos una bomba que realiza una cuenta atrás, donde Yukiko, la protagonista, es la mecha que tiene que despertarlos a todos. Tormenta está a rebosar de capítulos complejos sobre burocracia, religión y política exterior -con delicados enfrentamientos con los extranjeros- que sirven para reforzar la emponzoñada realidad, pero Jay Kristoff los contrarresta hábilmente hablándonos también de rebeldes, demonios, el mismo Infierno y auténticas leyendas sobrenaturales.
Pero sin duda, lo que más me ha hecho vibrar y devorar las páginas ha sido la mitología japonesa. Kristoff ha sido muy astuto al situarnos en el Japón feudal, donde las tradiciones y las supersticiones están tan arraigadas, por lo que no ha sido inusual que los personajes rezaran a sus deidades, desbloquearan las famosas puertas infernales e incluso nos brindara la oportunidad de que uno de los protagonistas fuera una auténtica divinidad, el arashitora Buruu. Ya os digo que todo ello ha hecho de esta narración algo sumamente increíble e inolvidable porque me ha hecho rememorar toda la información que he ido recolectando con los años a base de leer libros, mangas y ver series de animación.
Ahora bien, Tormenta no ha sido la lectura perfecta que esperaba, no tras todos estos grandes alicientes que vaticinaban mi libro del año. Primeramente, he odiado a Yukiko desde la primera página. Se me ha antojado una cría insoportable que no hacía más que patalear y dárselas de heroína, pero que reacciona demasiado tarde sobre su verdadero destino y cómo debe comportarse. Creedme cuando os digo que es difícil adentrarse en una aventura si, mientras lees, deseas mentalmente que le rompan una pierna a ese odiado personaje o que alguien le atice fuertemente. Después, y que ha hecho que me sangren los ojos profusamente: la falta de una base descriptiva y la correspondiente traducción. Aunque Kristoff domina muy bien todo lo relacionado con Japón, o eso parece, he encontrado verdaderos errores garrafales, como utilizar sin miramientos sufijos de respeto impensables, erróneos comportamientos entre diferentes clases sociales o hacer uso de muchos conceptos japoneses tal cual, sin cursiva y sin definirlos previamente, esperando que el lector sea un avispado del País del Sol Naciente y las cace al vuelo. No todos tenemos la noción de una cultura y, desde luego, aunque haya un glosario completo, debería ser la propia historia quien nos sitúe mientras leemos. Nuevamente, Tormenta se me antoja un muro cultural para todos aquellos que quieran iniciarse con Japón.
Era el poder personificado. La tormenta hecha carne, tallado a partir de las nubes por las manos de Raijin, un hijo libre de divertirse en un caos moteado de ozono. Las antiguas leyendas decían que las alas de estas bestias provocaban el sonido de los truenos, que los rayos y relámpagos era las chispas que levantaban sus garras cuando batallaban en los cielos. La lluvia eran las lágrimas de Susanoô, el Dios de la Tormenta, superado por la belleza y la ferocidad de sus nietos. Tigre del trueno. Arashitora.
Pese a los puntos negativos, Tormenta me ha calado. La combinación de fantasía con mitología dentro del Japón feudal y el toque de steampunk, hace que tu imaginación rebose por todas partes. Con este final de infarto y de canto hacia la revolución, desde luego que querré saber qué será de nuestros supervivientes y leer más y más sobre mitos japoneses centenarios.