Llamó mi atención el joven aquel que con el sonido cancelado y a ritmo de Bat for Lashes gesticulaba aparatosamente como si estuviera discutiendo con la mujer de al lado. Llevaba una mochila blanca de plástico duro con un fascetado similar a las gemas. La forma también era similar a una concha. El hombre caracol del futuro, con una cara similar a la de mi vecino de Cocoyoc. Lo interpreté como una señal.
Esa noche como muchas otras soñé que volvía a casa, sólo por un par de días. Todo estaba desierto y Gaby y yo hablábamos en el coche, en todos se me repite, cuando tengo que tomar el vuelo estoy muy lejos o aparezco en otro país sin pasaporte, a veces me angustia reconocerme como una persona sin raíces.
De camino al trabajo recordaba esa época en la que prácticamente vivía en el gimnasio y pensaba en lo cómodo que es estar vacío y ser dueño de uno mismo sin ser esclavo de ningún tipo de sentimiento extraño. Es muy cómodo ese lugar entre el amor extremo y el no sentir nada.