Mamá, quiero una amapola. Hijo, se caerán los pétalos al tocarlos. Fue un consejo estéril. Pedrito se coló en el trigal y regresó con un ramillete de tallos donde el rojo brillaba por su ausencia. Hijo, lo que querías eran mariposas, todas han volado. Ni con esas calmó su desencanto.