Revista Diario

Llegó el invierno

Publicado el 27 diciembre 2014 por Rocío @catpeoplees

Cat People: el Invierno es como un Ferrero Rocher

Johnford, mi romero, no aguantó bien el otoño y la llegada invierno ha secado su última rama verde. Quizás elegí para él un nombre que le vino grande: John Ford, el director de cine, se llevaba mejor con los desiertos pero ahora en Madrid el frío no da tregua y hay poco lugar para el Western. Ahora pienso que puede que los nombres de las plantas también las condicionen, que pase un poco como con las personas.

Hace unos días que empezó el invierno y dentro de poco vestiremos más capas que un Ferrero Rocher.

La mañana que volvimos a casa por Nochebuena salimos temprano, para que el camino no se alargara demasiado. El frío había hecho que los cristales del coche de Pingüino estuvieran escarchados y tuvimos que rociarlos con spray. Por suerte, pronto saldría el sol, o eso pensé ingenuamente porque al llegar a Madrid una niebla espesa se cruzó en nuestro camino y el frío nos engarrotó los pies y las manos. A la niebla sólo la dejamos atrás horas después y una vez atravesado Despeñaperros. Bendito Sur.

El coche de Pingüino no tiene calefacción en invierno, ni tampoco aire en verano y juro que cuando vi un conductor que circulaban en manga corta quise gritarle.

La rebelión de las máquinas

Parece que a nuestro alrededor las máquinas se hubieran  rebelado. El lunes había conseguido acostarme medianamente temprano (léase a las doce). A eso de las tres de la mañana me desperté de golpe; entré en pánico: un pitido, una alarma, una alarma en la calle, ¿una guerra? ¿un tornado?… en ese momento doy un codazo a Pingüino que, desorientado, comprueba uno a uno todos los despertadores del cuarto. Yo lo miro actuar como un autómata, sin saber aún de dónde viene el ruido pero diciéndole con la cabeza: alma de cántaro, sé que de ahí no.

Poco a poco pienso: no es la calle, es la cocina. El sonido es agudo, como una olla exprés a punto de explotar; luego me asusto porque vemos que el ruido viene de las tuberías y del termo eléctrico y que casi no nos escuchamos hablar el uno al otro. Pingüino corta la luz y en el pasillo empezamos a oír a los vecinos hablar y pensamos: hemos despertado a todo el edificio. Luego abrimos el grifo del baño y se libera la presión, poco a poco el sonido pasa a una leve vibración: parecía como si las tuberías de la casa hubiesen entrado en resonancia. Vemos rebosar agua por la pared, parece que cedió la válvula de escape del termo; por suerte vierte directamente en el fregadero (algo positivo tiene vivir en un apartamento microscópico).  Así que el martes, al levantarme, ya de verdad, para trabajar  no había agua y tuve que lavar mis dientes con agua de botella y apenas me quedó suficiente para quitarme las legañas de los ojos. Un lavado de gato en toda regla.

Por cierto, hablando de gatos, ayer además de ser el día de Navidad (¡Felices Fiestas!), se cumplieron 72 años del estreno de Cat People en USA, la película que da nombre al blog. Si no la has visto aún ¡tienes que verla ya! Eso sí, si eres algo miedoso, quizás sea mejor que la veas acompañado: peli y manta para el finde es el mejor plan posible.

Cat People: el Invierno es como un Ferrero Rocher


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