Veo en la oscuridad
la noche me crea estrellas,
siento en las miradas
y parpadeo en las llamadas
de cualquier llanto al respirar.
Lloro con las desgracias
que mueven fronteras
y me mata que no duela
la frágil humanidad
de los buenos que no pueden más.
Quiero a la vida y a las lágrimas,
que las dos me han devuelto caricias
como quien se enfada por no llorar.
Y lloro más que hablo
siento más que palpito
y recuerdo más que olvido.
y es que todavía quedan
lágrimas por gritar.