Sobre todo se lo dedico a alguien muy especial que entristece cuando llueve, pero que ahora cada vez que se acerque la lluvia, piense en las palabras que a continuación construyen esta poesía:
Caen sobre mi piel
y las gotas se pierden en mi cuerpo,
como un millón de caricias
que vienen desde muy lejos.
Envías al viento a que toque mi cara,
alborotas mi cabello
y te cuelas por mis sábanas.
Ruge la tormenta
como un lobo hambriento,
que el deseo lo ciega
y me devora por dentro.
Golpea la lluvia el suelo
los techos y la arboleda,
y miro por la venta
esperando que un día vengas.
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