Vista desde una ventana del castillo de Neuschwanstein, con el castillo de Hohenschwangau claramente perfilado sobre el verdor de los montes.Baviera, Alemania(Fotografía de Isabel Martínez Barquero)
Cae la lluvia despacio,insistente.No alborota,no repiqueteacon estruendo.Sólo cae, lánguida y nutricia.
Mientras, tras los cristalesque defienden de la inclemencia,una voz surgida del teléfonotrae la turbación y la congoja:anuncia una muerte,una nueva falta en el mapa de la vida,un adiós a un tiempo que apenas resiste en la memoria,esa cuna frágil que ya no se mececon los ímpetus de las edades felices.
Alguien amado se ha ido de puntillas,como un pájaro lastimado por la lluvia,por la persistente lluvia,por la débil lluviaque cubre de gris la tarde.
Unas alas invisiblesrecortan el perfil del cielo,la plomiza extensión cómplicede un espíritu que siempre fue puro.