Lo apasionante del amor es que es esquivo, es complicado, es amargo y adictivo como el chocolate negro y a la vez dulce como la miel, es suave como el terciopelo y áspero como el esparto de las cuerdas que, en ocasiones, lo atan al corazón; es niño, es adolescente y adulto al mismo tiempo; es irracional, irreverente, inspirador, revolucionario, atemporal; la distancia no lo quiebra y un milímetro lo rompe; es champán, zumo de manzana, café, cerveza y aguardiente; es agua que te sacia, fuego que te quema, viento que revuelve tu cabello, lluvia bajo la que danzar; es el océano, el cielo, las estrellas y el averno mismo; es una vereda por la que paseas y una montaña que debes escalar; río tormentoso, laguna, abrevadero, desierto; fragilidad y valentía; temor y osadía; cama y sofá.
Lo apasionante es que, de tan raro y excepcional que es, puede pasar por nuestro lado y no verlo.
La vida nos ciega y nos hace adultos desapasionados. Loco amor, ¡devuélvenos la vista y la pasión!
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