A unos se les da mejor que a otros lo de ser niños. A mí no se me dio bien. No me gustaba ser niña ni me gustaban los otros niños; claro que muchas cosas me gustaban: mi cama de oro, por ejemplo; pero, en general, no estaba a gusto, digamos... "existiendo".
Quería crecer.
Fui feliz de hacerme mayor.
Pienso en esto cada vez que, a propósito del día del niño, aparecen frases como "¿Y para qué queríamos crecer?" Porque a mí me queda claro: para ser libre, para tener mi espacio, para entender. Era como si me quedara chica; quiero decir, como si mi yo-niña le quedara ajustada a mi "ser-yo"
Y crecer funcionó. Me gustó ser adolescente, me gustó ser joven, me gusta ser adulta. Me encantaría no tener que preocuparme y vivir jugando, pero eso se traduce en ser rica, no en ser niña.
Silvia Parque