Qué difícil es entrar en el mundo laboral.
Estás en esa etapa en la que has terminado tus estudios y no tienes experiencia en ningún trabajo. Deseas poder desarrollarte profesionalmente en lo que has dedicado tanto tiempo y esfuerzo estudiando pero, claro, piden experiencia laboral de varios años o hay colas kilométricas para ese puesto en el que sólo lo puede ocupar una sola persona. Aún así, se trate del sector que se trate, todo empleo viene de maravilla en los tiempos que corren, sobre todo, para formarte tanto personal como profesionalmente y coger esa experiencia que todos te exigen.
A pesar de que sea algo frustrante, nadie va a venir a tocar a tu puerta para regalarte nada. Hay que salir a la calle, echar tu CV en mil y una tiendas o empresas porque, tal vez, sea en ese último esfuerzo e intento donde llegue la oportunidad que estabas esperando. Y aunque todo lo veas negro, eres tú quien te pone las pilas, quien tiene que motivarse para coger fuerzas y seguir adelante por un futuro con posibilidades de tener una buena vida, no vale rendirse. Esa es la chispa de la vida; no hay metas sólo salidas donde, en el trayecto, hay retos y aventuras que te harán crecer y sonreír por todo lo que vas logrando sin detenerte, conociéndote a ti mismo.
Qué difícil es ser mayor, pero qué bonito es poder decir “lo he conseguido”.