Catástrofes dejan 25 mil muertos en 2013, 11 mil más que el año anterior
Las catástrofes naturales y provocadas por el ser humano se cobraron la vida de unas 25.000 personas en todo el mundo este año, una cantidad superior a las 14.000 contabilizadas el año anterior, debido principalmente al tifón Haiyan que devastó Filipinas hace algunas semanas.
Los costes por los daños causados por estos desastres se elevaron a 130.000 millones de dólares, según una estimación preliminar de la aseguradora Swiss Re.
Esta cantidad ascendió a unos 196.000 millones de dólares en 2012.
Durante este año, la cuantía de daños cubiertos por las compañías de seguros asciende a unos 38.000 millones de dólares, menos de la mitad que en 2012, cuando este importe fue de unos 75.000 millones.
Con respecto al número de víctimas, el desastre más mortífero de este año fue el tifón Haiyan, que causó la muerte de más de 7.000 personas y produjo cuantiosos daños materiales que fueron asumidos de forma limitada por las aseguradoras.
Otro desastre mortífero fue la serie de inundaciones que afectaron zonas de Europa central y oriental el pasado junio y que provocaron daños por valor de 18.000 millones de dólares, de los que sólo 4.000 millones estaban asegurados.
Una bacteria podría ser la solución al cambio climático
Las bacterias podrían absorber las emisiones de gases de origen natural y las provocadas por el hombre antes de ser liberadas a la atmósfera y causar el calentamiento global, según una nueva investigación de la Universidad de East Anglia en Norwich, en Norfolk, Inglaterra.
Los resultados, publicados este lunes en 'Nature', muestran cómo una única cepa bacteriana, 'Methylocella silvestris', que se encuentra en el suelo y otros entornos en todo el mundo puede crecer tanto en el metano como el propano del gas natural.
Originalmente, se pensó que la capacidad para metabolizar el metano y otros alcanos gaseosos como el propano la hacían diferentes grupos de bacterias, por lo que este nuevo hallazgo es importante porque significa que un tipo de bacterias puede limpiar los componentes del gas natural de manera muy eficiente y reducir la contaminación.
El hallazgo podrían ayudar a mitigar los efectos de la liberación de gases de efecto invernadero a la atmósfera tanto del gas natural que se filtra del medio ambiente como del que surge de la actividad humana, como la fracturación hidráulica para la extracción de gas no convencional o los derrames de petróleo.
Los investigadores estudiaron la bacteria 'Methylocella' que se encuentra normalmente en la turba, la tundra y los suelos forestales en el norte de Europa, además de que se ha encontrado entre la comunidad microbiana tras el derrame de petróleo de 'Deepwater Horizon' en 2010. Los autores de este trabajo midieron su capacidad para crecer en metano y otros gases.
El investigador principal, el profesor Colin Murrell, de la escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad de East Anglia, señala: "El gas natural de fuentes geológicas contiene metano, así como grandes cantidades de etano, propano y butano. Hemos demostrado que un microbio puede crecer tanto en metano como en propano a una velocidad similar. Esto se debe a que contiene dos sistemas de enzimas fascinantes que utiliza para aprovechar ambos gases a la vez".
Según este investigador, esto es muy importante para los entornos expuestos a gas natural, bien de forma natural, como por la actividad humana, puesto que estos microbios pueden desempeñar un papel relevante en la mitigación de los efectos del metano y otros gases antes de que lleguen a la atmósfera.
"El metano es un potente gas de efecto invernadero que se libera de fuentes naturales, como los humedales, así como de las actividades humanas, incluyendo la gestión de residuos, las industrias de petróleo y gas, la producción de arroz y la ganadería. A nivel mundial, se estima que más de la mitad de las emisiones de metano son artificiales", alerta.
"Molécula a molécula, el efecto del metano en el calentamiento global es más de 20 veces superior al del dióxido de carbono durante un periodo de tiempo de cien años. Por eso, es muy importante que entendamos cómo se puede eliminar biológicamente en el medio ambiente antes de que se libere a la atmósfera", concluye.
La gran barrera de coral se adaptó al calentamiento global hace 20.000 años
La revista Nature Communications publica un estudio en el que un equipo internacional de científicos presenta nuevas evidencias sobre los cambios de temperatura que sufrió la gran barrera de coral australiana hace entre 20.000 y 13.000 años. La información recogida muestra que el arrecife es más resistente a los cambios de temperatura de lo que se creía anteriormente. Aun así, no se puede afirmar que esto también se reproduzca en el futuro.
La gran barrera de coral es el arrecife más grande del mundo –con una longitud de 2.000 km– y representa un ecosistema único que ha evolucionado a lo largo de miles de años, por lo que en 1981 fue declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Sin embargo, existe el temor de que el calentamiento global provoque su deterioro.Un trabajo internacional dirigido por el Instituto de investigación Marina (MARUM) de la Universidad de Bremen (Alemania) determina que la gran barrera de coral australiana puede ser más resistente a los cambio de temperatura superficial del mar de lo que se pensaba.Este estudio se basa en las muestras recogidas por una expedición del programa Ocean Discovery International (IODP) que tenía como objetivo comprender cómo los arrecifes de coral tropicales se adaptan a los cambios de temperatura. Para ello, los científicos investigaron la respuesta de estos animales al final de la última edad de hielo –entre 20.000 y 13.000 años atrás–, cuando las temperaturas aumentaron significativamente.“Nos fijamos en los especímenes fósiles de corales Isopora, que vivieron en la fase final del último período glacial. Este tipo de coral también está creciendo en la actual gran barrera de coral, donde son comunes en aguas poco profundas”, comenta a Sinc Thomas Felis, coautor del estudio e investigador de la Universidad de Bremen. El trabajo, que se publica en la revista Nature Communications, corrobora que la gran barrera de coral es un ecosistema altamente flexible, ya que a través de técnicas de fechado radiométrico de unario-torio han podido identificar fósiles de corales que vivieron durante el pico y la fase final del último periodo glacial.Tras este análisis, midieron las proporciones de estroncio-calcio en los corales para determinar las temperaturas de los océanos en ese momento.“Hemos sido capaces de perforar directamente en la gran barrera de coral, con el uso del barco de la expedición del IODP, y recuperar corales de entre 20.000 y 13.000 años de antigüedad. Cada coral nos da una instantánea de la temperatura del océano de la época en que vivió y, en conjunto, los resultados muestran la secuencia de los cambios ambientales”, añade Felis.Agua más fría en la superficieLos resultados muestran que las temperaturas de la superficie del mar frente a la costa oriental de Australia de hace entre 20.000 y 13.000 años eran significativamente más frías de lo que se creía. Y algo aún más destacable es que el gradiente de temperaturas era inesperadamente grande de norte a sur.“En esa época, la temperatura del sur era dos a tres grados más fría que en el norte, en cambio, la diferencia de hoy en día es menor a un grado Celsius”, apunta el estudio.
A pesar de que la investigación muestra que los corales Isopora fueron sometidos a fluctuaciones de temperatura muchos mayores en el pasado de lo que se creía, desconocen cómo pudieron adaptarse en unos pocos miles de años y por qué esto no afecto a su crecimiento.Aunque los datos revelan que el arrecife es adaptable a los cambios térmicos, los científicos advierten que no se puede inferir de ello que la barrera de coral actual pueda adaptarse fácilmente a un continuo aumento de las temperaturas.“No sabemos con qué facilidad se adaptará el coral al aumento de las temperaturas en la actualidad. Después de todo, los niveles de temperatura de hace 20.000 años eran significativamente más bajos que los de hoy”, señala el experto.Y concluye: “Junto al aumento de las temperaturas, la principal amenaza para la supervivencia de los arrecifes de coral en la actualidad, entre otros muchos, son la acidificación del océano y el aumento de la entrada de sedimentos debido a las actividades humanas a lo largo del costa”.
El calentamiento global dará lugar a climas inéditos y más extremos
Más allá de los polos, tendrá consecuencias muy graves en los trópicos, según un estudio publicado en 'Science' que ha sido liderado por el investigador del CSIC y catedrático de Biogeografía Integrativa del Imperial College de Londres, Miguel Araújo
Aunque el deshielo y la disminución de los casquetes polares son la cara más conocida del cambio climático, elcalentamiento global tendrá consecuencias muy graves también en otras regiones, especialmente en los trópicos, donde las variaciones de temperatura y humedad darán lugar a climas inéditos hasta ahora.Predecir o anticipar cómo van a reaccionar las especies a estos cambios del clima es una incógnita para la ciencia y un reto para la conservación de la biodiversidad pero cuanto mejor entendamos las implicaciones del cambio climático, mejores serán las estrategias de conservación.Esta es la principal conclusión de un estudio liderado por el investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) y catedrático de Biogeografía Integrativa del Imperial College de Londres, Miguel Araújo, y que se publica hoy en Science. El estudio, en el que también han colaborado las universidades de Copenhague, Évora y Helsinki, toma como base quince modelos climáticos (proyecciones de cómo será el clima en el futuro) elaborados por el IPCC, el grupo de expertos creado por la ONU para investigar el cambio climático.Partiendo de las variables de esos modelos (temperatura, viento, precipitación media anual, etc), los investigadores han generado unas métricas o mediciones de cambio climático y las han relacionado con sus impactos en la biodiversidad, algo que no se había hecho hasta ahora. "Por ejemplo, si el desierto del Sáhara se desplazara 300 kilómetros al norte, la biodiversidad adaptada al desierto tendría que moverse una distancia equivalente; si hay un deshielo en el casquete polar del cincuenta por ciento, eso generaría una reducción del hábitat de muchas especies del 50%... etcétera", explica Araújo en declaraciones a Efe.Comparaciones como éstas han permitido poner de manifiesto que en función de en qué lugar del planeta se encuentren, las especies experimentarán los cambios de una u otra forma. En algunas regiones, el cambio climático podrá provocar la aparición de climas distintos y más extremos que los que hay ahora, o incluso podrá hacer que surjan climas inéditos hasta ahora (fotogalería de cómo quedaría España, según Greenpeace). "Los trópicos es donde más probabilidad hay de que aparezcan climas que actualmente no tienen ningún análogo, lo que no significa que no hayan existido en un pasado remoto", asegura el investigador.Cualquiera de estos cambios generarán una serie de cambios para la biodiversidad que son, hoy por hoy, imposibles de predecir pero que obligan a tomar medidas y a anticiparse de alguna manera, al menos, para mitigar estos cambios. Por eso, aunque seguir con las medidas tradicionales de mitigación del cambio climático basadas en la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera es "algo necesario", por sí sólo "no van a resolver el problema", sostiene el investigador.De hecho, la magnitud del cambio climático es tal que "aunque parásemos las emisiones de CO2 desde hoy mismo, algunas consecuencias ya no se pueden evitar", reconoce el investigador. Por eso, concluye el estudio, aunque las medidas globales de mitigación siguen siendo esenciales, es primordial intentar reducir los impactos climáticos en la biodiversidad de manera local y "hacer cosas distintas en cada lugar".