Lo que conviene hacer con las fotos a la vuelta de un viaje
Publicado el 13 septiembre 2011 por Jmbigas
@jmbigas
La primera cosa que debes tener absolutamente clara es que tu viaje no le interesa absolutamente a nadie, aparte de a ti mism@ (y l@s que te hayan acompañado, si no has viajado sol@).
Carnaval de Venecia (1990)
(JMBigas, 1990)
Cuando intentas contárselo con pelos y señales a tus familiares o amigos, nunca confundas la cortesía con el interés. A la segunda mención de las palmeras idílicas, o de los castillos majestuosos, o de las montañas impresionantes, o de las playas azules, fíjate y verás esbozarse un bostezo. Y si no lo has visto, fíjate mejor la próxima vez.
El único interés real de los que te quieren bien es saber que no enfermaste ni tuviste ningún accidente, que no te perdieron el equipaje, y que volviste en fecha y hora, san@ y salv@. Si, dentro de unos años, alguno de ellos va a realizar un viaje parecido al tuyo, ya te preguntará entonces.
O sea que si tú viajas para contarlo luego, más vale que te quedes en casa, y te gastes la pasta en el Casino que, con un poco de suerte, igual puedes abordar la reforma del baño antes de lo que pensabas.
Detalle de la Mezquita de Córdoba
(JMBigas, 1995)
Uno debe viajar para hacerse más sabio. Y eso no se puede contar en un rato. Eso lo irán notando tus conocid@s a lo largo del tiempo, si has interiorizado correctamente lo que viste, viviste y conociste, y viajar te ayudó a ampliar tus puntos de vista, a ser menos provincian@ y más ciudadan@ del mundo.
Contar un viaje siempre suena a lucimiento, a fardar de viajero, con lo que lo más fácil que despiertes en los que no conocen los lugares de los que hablas es indiferencia o envidia. El que ya visitó los lugares a los que has ido, intentará pillarte en un renuncio, citando lugares, actos o eventos que a ti se te han pasado por alto (mira que estar en XXX y no asistir al Festival del Castillo..., o mira que no ir a cenar a Casa Paco, y así).
Y ni si te ocurra someter a tus próxim@s a las soporíferas sesiones de revisar una a una cientos (o miles) de fotografías, cada una con su explicación hablada, su anécdota, o lo que toque. Sí, seguro que alguna vez lo habrás hecho, pero recuerda que te costó organizar una merienda en tu casa con buenas viandas y buen vino, y que hubo que cambiar cinco veces la fecha, por diversas razones. Seguro que hasta alguna de las visitas se encerró en el baño, para ahorrarse la tortura. A los demás no les interesa tu viaje, por lo menos no ahora.
Futuroscope, Poitiers
(JMBigas, Junio 1993)
Las fotografías de viaje sirven básicamente para el que ha realizado ese viaje. Porque le ayudan a recordarlo e hilvanarlo, y podrá revisar la colección completa de fotografías en alguna tarde aburrida de domingo.
Pero no olvides que la memoria es muy frágil. La gran mayoría de detalles que te interesaron o te resultaron curiosos durante el viaje (el nombre de ese restaurante, la dirección de ese pequeño museo, la localización de esa cala preciosa, el nombre de esa tienda tan curiosa,...) se te habrán olvidado en unos pocos días o semanas. Y ese tipo de informaciones sí que pueden resultar valiosas también para otros, pero no necesariamente ahora mismo. Por eso es bueno colgar algunas cosas en la red, porque ahí están a disposición, para quien y para cuando puedan interesar.
Por ello es muy conveniente que tomes notas durante el viaje (en un bloc de bolsillo con gomita, a ser posible con papel de 80 gr o más; o hablando a la cámara digital) y ordenarlas a la vuelta.
Cayo Levantado, República Dominicana
(JMBigas, Agosto 1992)
Con la humildad que da comprender claramente todo lo dicho hasta ahora, es como conviene abordar las operaciones postviaje con las fotografías que hemos traído. Todo lo que hagas debe estar básicamente dirigido a ti mism@, a facilitarte la vida en el futuro, en todo lo que se refiera a recordar este viaje. Y pon a disposición de otr@s todo aquello que les pueda resultar de interés en algún momento.
Lo primero será volcar todas las fotografías a tu ordenador (por cierto, y los fragmentos de vídeo, si tomaste alguno, que las cámaras digitales también permiten esto). Vacía todas las tarjetas de memoria en tu ordenador.
Conviene que tengas en alguna parte una carpeta (un directorio) que se llame Fotos de Viajes (o algo así). Allí crea subcarpetas para cada viaje, y dentro de cada una, a su vez, subcarpetas para guardar las fotografías originales, los comentarios hablados de las fotos, los comentarios o narraciones más largos que hayas grabado en la cámara (o en cualquier otro dispositivo, como el móvil o un MP3), y los fragmentos de vídeo.
Parvis de La Défense, París
(JMBigas, 1990)
Convendría aquí crear una subdivisión en capítulos. Puede estar basada en los diferentes días del viaje, o en los diferentes lugares visitados. Si viajas con cierta frecuencia a un cierto país (o por el tuyo propio), en muy poco tiempo ya no recordarás en qué viaje visitaste Tenil-Pot (lugar imaginario, espero), salvo que tengas una carpeta separada con ello.
Además, si piensas compartir algunas de tus fotografías en la red con el Público en general, piensa que muy raramente a nadie le vaya a interesar un viaje de diez días por la cornisa cantábrica, o recorrido por Mesoamérica (México, Guatemala y Costa Rica). Por el contrario, sí puede generar algún interés un Tenil-Pot monumental, un Paseo por Oviedo o un Catedral de Santiago de Compostela. Por cierto, si piensas en compartir fotografías en la red con el Público en general, no olvides tomar fotografías durante el viaje en que no haya personas posando. Toma una fotografía de la Catedral, y luego posa frente a ella, si quieres. Si bien el concepto de privacidad es muy personal, mi opinión es que no conviene compartir urbi et orbe fotografías en que tú (u otr@s) estéis posando. Allá cada cual. Esa foto en que se te ve disfrutando de lo lindo servirá para recordarte a ti lo mucho que disfrutaste en ese momento, o para demostrarlo a tus próxim@s. Pero no creo conveniente que acceda a ella cualquiera (y en la red, cualquiera es realmente cualquiera, desde cualquier lugar del mundo, incluyendo a tu jefe, al que podría llegar a ser tu empleador, a tu novi@ -actual o futur@-, a tus amig@s, a tus rivales, a tus enemig@s, a tus hij@s -aunque hoy no los tengas-, y a un señor muy pulcro que reside, mora o habita en los alrededores de Sydney, y que el tema, francamente, ni le va ni le viene).
Cumbre del Puerto de Piedrasluengas, entre Cantabria
y Palencia
(JMBigas, Semana Santa 1991)
Una vez tengas todo el material en el ordenador, convendría hacer una (o varias) copias de seguridad, en DVD o en un disco externo. No fuera a ser que sobreviniera un crash, que más vale prevenir que lamentarse.
Si has viajado con otras personas, convendría que intercambiarais todo el material, mediante un DVD, una llave USB o un servicio de compartición privada de ficheros como Dropbox. Seguro que tú tienes fotos en que posa otr@ del grupo, y otr@ tiene fotos en que posas tú. Quizá tu foto de la iglesia románica sea la mejor del grupo, pero quizá no. O sólo tú conseguiste sacar fotos a ese ciervo que nadie más vio. O la foto del oso sólo la consiguió un@ de tus compañer@s. Pero ten cuidado con reconocer correctamente la autoría si vas a subir alguna a la red, que el amor propio es muy suyo.
Si el tema no tiene más interés para ti, o no quieres dedicarle más tiempo, párate aquí. Quizá nunca las vuelvas a mirar, o quizá constituyan para ti un ejercicio de Trivial en el futuro, intentando recordar eso qué era.
Museo del tren (Mulhouse, Alsacia)
(JMBigas, Agosto 2006)
Si quieres dedicarles más tiempo, añadirles más valor, entonces sería el momento de seleccionar, organizar en álbumes e incluir títulos o comentarios. Compartir en la red algunas de las fotos con tus familiares y/o amigos que no te acompañaron en el viaje puede ser una buena idea, porque no obligas a nadie a verlas, pero las puede mirar quien quiera de ese grupo, y, sobre todo, cuando quiera, incluyendo nunca. Pero asegúrate de que defines correctamente el grupo autorizado a mirarlas. El concepto, por ejemplo, de Facebook de amigos de amigos es tan amplio por la estructura en red, que pueden acabar en manos de alguno de tus acreedores -que juega al tenis con un ex-colega de trabajo tuyo-, o de la compañera de canasta de la tía abuela de un remoto conocido tuyo de un pueblo de Soria.
Cualquier colección de fotografías que cuelgues en la red, cualquiera que sea su público potencial, debería ser autosuficiente. Altamente recomendable es que cada foto tenga un título o un breve comentario de lo que representa, en qué lugar se tomó, etc. Y muy recomendable es tomarse la molestia de geoposicionar cada foto (situarla en el mapa). Al menos esa es mi opinión. Son opciones que la tecnología nos brinda hoy, y que no estaban disponibles hace solamente unos pocos años.
Hong Kong
(JMBigas, 1987)
Por otra parte, cualquier colección de 100 o más fotografías no hay quien se la mire. Quizá se pueda ojear (ú hojear) pero no mirar. Idealmente, deberías poder crear una colección de 60 ó 70 fotografías para tus amigos, que represente correctamente tu viaje. Si fue más largo, trabaja por capítulos.
Si piensas subir fotos a la red para el Público en general, selecciona todas las fotos inocuas y que puedan tener cierto interés para un desconocido (siempre rotuladas y geoposicionadas, a ser posible). En general, no hace falta que las repitas en las colecciones para tus amigos, ya que también ellos podrán acceder a las generales.
Para todas estas gestiones yo utilizo los servicios de Picasa (parte de Google). Pero hay muchos otros que son parecidos (de hecho, alguna vez utilizo también Flickr). En general, el servicio es gratuito con un límite en la capacidad de almacenamiento, a partir de la cual, hay que pagar algo por una extensión. Por eso no conviene exagerar inútilmente la resolución y consumir almacenamiento en vano.
Cataratas de Iguaçú
(JMBigas, 1985)
Picasa dispone de un software (muy completo) para instalar en el PC (actualmente, Picasa 3.8). Con este software podemos elaborar las diversas colecciones (o álbumes), rotularlas, geoposicionarlas, realizarles pequeñas correcciones, y luego subirlas a la red como Álbumes Web de Picasa. Hay que tener precaución con este software, porque está muy íntimamente ligado con el servicio web, y no siempre tenemos absolutamente claro dónde estamos trabajando, o dónde estamos aplicando las correcciones. Más vale asegurarse dos veces de lo que estemos haciendo. Además, Picasa 3.8 es muy invasivo, ya que pretende construirse, por defecto, una base de datos completa de todas las fotografías que haya en tu ordenador (y no te puedes ni imaginar la cantidad de fotografías que hay en tu ordenador, seas tú consciente o no). Conviene limitarle las carpetas sobre las que trabajar (por ejemplo, la de Fotos de Viajes solamente). Conviene asimismo tener muchas precauciones con activar sincronizaciones automáticas, porque podemos acabar llevándonos sorpresas (ver publicada en la web una mala prueba que creíamos estar haciendo solamente en nuestro ordenador).
Lago Titicaca desde Puno, Perú
(JMBigas, Agosto 1997)
A mí no me gusta subir colecciones de fotos a Facebook. El entorno se presta más a publicar una foto curiosa aislada (la de qué grande está mi niño, la de qué bien lo estamos pasando bajo las palmeras, la de qué pisto manchego nos vamos a meter entre pecho y espalda, y cosas así), que no a la publicación de álbumes o colecciones.
Para un álbum web, los servicios como Picasa acostumbran a tener tres niveles de privacidad: Privado (sólo para ti), para cualquier usuario que disponga del enlace específico (que tú tendrás que darle), o Público en la Web. Para las colecciones que quieras compartir con tus amigos, convendrá el nivel intermedio. Envía entonces el enlace por correo electrónico a quien quieras, o publícalo en Facebook, pero teniendo la máxima precaución en que el nivel de privacidad es el adecuado a tus deseos. Para los que quieras poner a disposición del Público en general, defínelos así en Picasa, y publícalo (si quieres) en Facebook también para Todos.
La Opera de Sydney, junto a la bahía
(JMBigas, Agosto 1994)
Por cierto, hace poco os contaba algunas operaciones básicas que se pueden realizar con un editor fotográfico como GIMP. Conviene entender los rudimentos que allí os cuento (sobre resolución, sobre los datos Exif y sobre añadir un texto y demás). Sin embargo, utilizando un software como Picasa 3.8 nos podemos ahorrar bastantes de las operaciones tediosas que allí os cuento. En el menú Herramientas y luego en la pestaña Álbumes web podemos escoger la resolución con que queremos subir las fotos a la web (con un máximo de 1600x1200, que seguro ya es mucho menor que nuestra resolución original), podemos definir el nivel de privacidad de los álbumes que subamos (yo recomiendo definirlo como Privado por defecto; luego de revisarlo, ya lo pasaremos a Público o lo que toque) y podemos también definir que todas las fotos que subamos lleven una marca de agua (que puede incluir nuestro nombre, un aviso de copyright, nuestra página web, la dirección de nuestro blog personal, o lo que nos parezca conveniente). Nos ahorraremos tener que tirar de editor fotográfico para realizar estas tareas repetitivas.
Fuente con espuma "congelada" en la mañana
de Fairbanks, Alaska
(JMBigas, Agosto 1996)
Si quieres ponerle la perla al conjunto, escribe la crónica de tu viaje en capítulos (ordenando las notas escritas o habladas que hayas traído, y tus recuerdos frescos). Y el momento para hacerlo es ahora, cuando todavía recuerdas todos los detalles de interés, o que te llamaron la atención. Puedes guárdartelo para ti, ya que te ayudará a revivir el viaje pasado un tiempo, o puedes publicarlo en la Red (en tu blog personal, por ejemplo, si tienes) si te apetece y no cuentas detalles que prefieras mantener privados. Enlaza la crónica con las colecciones de fotografías públicas, y estarás aportando un valor claro a cualquiera que pueda estar interesado en visitar lo que tú ya has visitado. Y no olvides dejar claro el tiempo en que ese viaje se ha realizado. Porque leer la crónica de un viaje de hace veinte años puede que resulte interesante, pero desde luego no es muy útil ni práctico.
El mar rompe con fuerza junto al Cabo de Peñas (Asturias)
(JMBigas, Agosto 2011)
Tras un viaje, por ejemplo, de siete días, al final puedes acabar teniendo un total de 1000 fotografías, una colección para tus amigos con 60, y cinco o seis colecciones públicas con 50 cada una. Y cinco o seis artículos de cinco o seis páginas cada uno con la crónica del viaje por capítulos.
Ya puedes dejar pasar el tiempo sin temor alguno. Eso sí, le habrás dedicado al postviaje una media de cuatro a seis horas por día de viaje.
Pero eso también es, un poco, viajar.
JMBA