“No hay más que lo que no ves”
La noche es un animal salvaje sin dueño, creado a golpe de sentimientos tan contradictorios entre si que sirven a la perfección como complemento al ser humano. La noche… Perfecto olor embriagador que te impulsa a cometer locuras. La noche… Pura pasión, fruta afrodisíaca, exquisita para tus labios y los suyos… La noche es perfecta y cuando el verano entra en escena hacen la pareja perfecta, ambos perfectos anfitriones de una extraña fiesta donde todos ríen y bailan como si fueran ninfas y sátiros en el jardín del Edén…
A mi me gusta ser mas bien espectador que director, yo prefiero ser guionista antes que actriz. Pero sin quererlo he empezado a participar dentro del juego de la noche, un mundo de cristal donde nada es lo que parece, donde todos juegan con todos, donde las palabras son meras telas de araña que empañan el momento. Me ofrecen, me ofrecen tantas cosas que sin quererlo he acabado con una tarjeta de un fotógrafo en mi bolso, por tercera o cuarta vez me han ofrecido ser la madre de sus hijos, no por el hecho de disfrutar de la primeriza paternidad sino por el hecho de compartir suspiros bajo unas sábanas usadas. Me han seducido torpemente para acabar en nada, me han regalado sonrisas, abrazos… Y todo me ha demostrado que la noche es la atracción por la pura atracción, a veces empañada por una copa de más o dos.
Reflexiones de la otra noche donde acabé pidiendo disculpas por el comportamiento de otra persona a desconocidos que había conocido hace unas horas, y también por qué no… La cual me sirvió de excusa para seguir jugando con él, pero solamente eso, un juego de seducción, de encaprichamiento, de llámalo como quieras… Pero nada más, que del juego no se pasó y al día siguiente nada es igual, porque lo que ocurre en la noche se queda en la noche y al llegar el día… El sol se encarga de borrar cualquier rastro de las pruebas evidentes. Pero si hubieran sido unos minutos más, nuestros labios habrías respondido por si solos…