He visto frio y caliente dentro de un jarro que hierve;
y a las cacerolas sonando pues se queman sin que el
agua seque. He oído la voz del vientre culminando
menesteres al poniente. Y a tripas, ombligo y genes,
murientes al sentir que beben. Con sus floras y sus
dientes mordiéndome lo que me queda de gente…
Alertándome, para que me alimente siempre aunque
tenga fiebre, para que mire de frente los atardeceres.
¡Y para que vuelva sin hielo cuando el sol caliente!
También he sufrido a veces extrañando a quien me
quiere y olvidando a quien me pervirte el subconsciente,
a los amores infieles y a los amigos ausentes cuando
duele. A los pensares de a veces y a los recuerdos
conscientes que se queden. Y es normal que no me deje
y que me queje doliente cuando nadie me consuele.
Pues hasta a la flor de la Casiopea la he diseminado
en estrellas al horizonte y sobre velas, le he podado
las maneras para que ni espinas tenga cuando en mi
cantero florezca. Para cuando vuelvan resueltas las
tormentas pasajeras de otras épocas; no olvidar que
la destreza salda cuentas que perennizaban secuelas.
Solo pétalos de cera que se enciendan tras cometas,
le dejé a la Casiopea en mi infinito de letras negras.
Ya he matado en mi azotea hasta a una mosca
frenética; y al Ratoncito Manteca lo he expulsado
de la tienda porque se comía a cualquiera. He
sentido en primavera que un amor nuevo me llega,
el verano me he ido a verla y en otoño ha vuelto
ella; y luego al adiós con flechas vi candela…
Muerto de hambre en las nieves me han recogido
al poniente; y entre ríos, con los peses, he remado
como Hércules hasta el Mar de Amaneceres. A
razón de mis deberes recurrentes, que apoyan a
quien poco puede. Y de mis deseos perennes de
entender a quien lo merece, si es urgente…
¡Ya he nublado hasta en abril atardeceres; y a
destinos inconscientes les he dicho lo quieren.
Ya he vertido mi paciencia sobre rieles, montado
en el tren de alegres que me llevó a Cascabeles, el
Condado maloliente donde las lenguas se pierden
sabiendo que el chisme hiede. Y me he tirado del
puente indiferente, pues la frente; frente al agua
se sumerge, apretada cuando miedos le sugieren.
Ya he visto calles llenas de gente quejándose
porque nada tienen. Y me he visto con las
mejores pieles que los mercados nos truecan por
billetes; porque el lujo es para ricos y el gusto para
inteligentes. Y yo igual me lo permito aunque me
celen, porque yo soy quien decido y no mi estilo.
¡Existencialista, e Idílico!
Quizás muchos ya me han visto y yo los he visto
sin verles, pues nunca olvido el principio de
visualizar mi especie antes de creer que mienten,
para verse como quieren. He visto hasta al bardo
empírico cantar en conciertos breves; y a los amores
delirios confundidos en la leche entre manteles…
Pero lo último que he visto me conmueve; – pues…
He visto al poeta en jefe sentado con dictadores;
y a redentores rebeldes, sumiendo a poetas reyes.
Pues yo vivo en la ciudad que al mundo enciende;
y que me ilumina cuando duerme parte de este…
¡Para verles; indiferentes!
Picture by Ariel Arias
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