Lo que no te dije.
Cuando pude hacerlo, no lo hice por miedo.
Luego llegó la ausencia, esa que clava sus garras en corazón y garganta.
Tan cruel, tan puta, tan malvada.
Lo que no te dije quedó dentro, desgarrando, matando.
Lo que no te dije, de pronto, se fue.
Corazón y garganta libres.
Garganta para gritar de nuevo ¡te quiero!.
Corazón para latir fuerte.
Y esa ausencia dejó de ser
cuando todo se derramó otra vez,
ardiendo.
Porque sucede, siempre sucede.
Siempre.
Lo que no te dije ya lo he dicho al fin,
pero no lleva tu nombre,
por fortuna.