Sabemos ser cercanos y el hecho de que tengamos o no vocación depende de nosotros, de nuestra sinceridad con nosotros mismos, pero… ser firme. Eso sí que cuesta, básicamente por lo difícil de ser estricto o autoritario sin llegar a romper los canales de comunicación con tu educando; marcarle un límite sin que dicha barrera se convierta en un infranqueable “muro cisjordano”.