Lo siento

Después de la tormenta llega la calma

Así es. Pero a menudo tiene que llegar una super-tormenta, hay que “liarla” a fondo o la calma no llega.

Entre mis muchos defectos tengo tres que “me matan”: soy extremadamente crítico y muy exigente conmigo mismo, siempre tengo la sensación de que  hice algo mal o de que pude hacer más y soy muy impulsivo. Un cocktail explosivo, vamos. La paciencia nunca ha sido mi fuerte y racionalizar y darle vueltas a todo es lo que más he hecho durante mi vida. Esto me ha traído no pocos problemas…especialmente en los últimos tiempos.

Me he propuesto hoy pedir disculpas. Disculpas a todas las personas a las que he fallado, a las que he hecho daño. Cometo errores, muchos. Pero no me avergüenza reconocerlo. Ya no. Ahora ya no toca. No va a servir de mucho pero igual, no lo sé, me reconforta.

Lo siento de verdad. Lo siento sinceramente. A los amigos a los que fallé por no estar cuando me necesitaban. Por imponerles mis ideas y no escucharles. Por mostrarme excesivamente egoista en algunas ocasiones.

A las personas a las que hice daño. Lo siento. Siento no haber estado a la altura de lo que de mi se esperaba. Seguro que sois mejores personas que yo. Pero yo no quería hacer daño a nadie. ¡Yo no soy así!

A las que disgusté con mi comportamiento. Lo siento tanto que hasta me duele. Yo solo pretendía llamar la atención. No sabía como manejar una situación completamente nueva para mí. Mi intención era buena pero evidentemente la ejecuté mal y, lo peor, no supe entender antes que ese ya no era mi sitio.

Y ya puestos, voy a pedir perdón a los que “joda” de algún modo en los próximos años… así me ahorro otro post

Hala, que en unos días es mi cumpleaños. A ver si puedo celebrarlo como se merece.

¡Que tengáis un feliz fin de semana!