Miro hacia atrás con los ojos de la memoria y veo a un joven miope con el pelo largo que ya es químico sin calificaciones brillantes pero sin perder la beca durante los cinco años de clases por la mañana, de laboratorios por la tarde y de estudios por la noche, cuánto esfuerzo para no tener empleo, al fin democrática la España de entonces aunque con más de dos millones de parados (peor estamos ahora, con el doble de personas sin trabajo y una democracia a veces ininteligible por culpa de sus máximos representantes, tanto remar para acabar en otra ingrata orilla donde en realidad, como antes, como siempre, gobierna el dinero, no nos engañemos, al menos por un instante, aunque tanto duela reconocer ciertas evidencias). Tendrá suerte ese yo mío del ayer y hallará el oficio que busca, pero esa es otra historia.
Al joven químico que fui (ya entre dos mundos sin pertenecer por entero a ninguno de ellos, realista o pesimista en ocasiones, soñador en otras) le atraía juntar palabras para contar lo que los días le narraban al oído de su curiosidad. La vida le habló de su tío materno, al que mataron dos veces, y él no dudó en ponerse a escribir un relato basado en esa verdad más impía que la propia muerte. Con la fortuna del novato pescó un premio en el río de los concursos y obtuvo, sin esforzarse apenas, sin clases matutinas ni laboratorios vespertinos ni estudios nocturnos, sus primeros ingresos económicos. Fugaz su visibilidad como escritor, se lamentó durante varios lustros de ser nada, nadie, en el mundo de la literatura; incluso en las aulas se lamentó, entre hidróxido sódico va y fuerza centrífuga viene. Se lamentó en silencio y en silencio siguió escribiendo pese a su invisibilidad. Perseveró y soñó con recuperar lo que había perdido. Y, de pronto, se cumplió su sueño. Se cumplió ese sueño suyo para que años después, debido a las normas exigidas por la visibilidad en semejante mundo (donde tantas veces lo secundario es escribir bien, mal o regular), él mismo arrojase a la basura lo conseguido.
Pero ya basta de mirar hacia atrás: un espíritu bello me ha recordado que ahora (al menos de momento, indefensa en cualquier caso mi labor ante los piratas informáticos) soy visible en mi invisibilidad, algo que me divierte mucho (si alguien me entiende, que levante el brazo).
Vamos con el asunto de las nominaciones del Lobo Negro (no tan negro en este logotipo mío como en otros que he observado al pasear de blog en blog; me he limitado a seguir instrucciones, así lo copié en tu sitio, espíritu bello, y así lo pegué aquí). Por cierto, ¿alguien sabe cuántos reconocimientos distintos hay en WordPress? Que alguien me ilustre si sabe la respuesta aproximada y va bien de tiempo, por pedir que no quede.
Normas del premio:
1.Dar las gracias al blog del que proviene:
GRACIAS, bell@espíritu
2.Ubicar el logotipo:
3.Nominar a quince blogs de WordPress y notificarles la buena nueva:
https://veronicaboletta.wordpress.com/ https://rodoreda.wordpress.com/ https://laespadaylarosa.wordpress.com/ https://josinynuri.wordpress.com/ https://angelosuniverse.wordpress.com/ https://elblogdelamala.wordpress.com/ http://johancladheart.com/ https://unahabitacion.wordpress.com/ https://perdidosenelsofa.wordpress.com/ https://chanoruiz.wordpress.com/ https://gabrielabmartinez.wordpress.com/ http://lamasfelizdelmundo.com/ https://yofumoenpipa.wordpress.com/ https://debedehaber.wordpress.com/ https://lavidaenjirones.wordpress.com/-Esta vez contaste bien.
-Ya tardabas en aparecer, ciego.
-Menudo recibimiento.
-¿Quieres decirme cómo te las arreglas para verlo todo sin ver nada?
-Te contaré el truco.
-Espera, publico la entrada, que estos inventos los carga el diablo, y te escucho.