Cada uno tenemos nuestros lobos internos, esos que permanecen un tiempo dormidos y que cuando menos lo esperamos aparecen para gruñirnos y enseñarnos los dientes. Aparecen para trastocarte esa tranquilidad de vida que aparentas llevar, aparecen para descolocarlo todo y dejarte la mente y la moral desechas.
Te arañan, te muerden, te gruñen mientra tú intentas calmarlos con susurros y palabras de sosiego… Pero aún así es en vano. Luchan hasta que no pueden más, te atacan sin que te des cuenta y odias la sensación de no poder controlarlos. A nadie nos enseñan a controlar a nuestros lobos, lo único que podemos hacer es aprenden a lidiar con ellos e intentar apaciguarlos, no dejar que nos ladren , que gruñan, que muerdan… No podemos dejar que nos ataquen.
Para encontrar el equilibrio cada uno de nosotros debe ser adiestrador de sus lobos, controlarlos, amaestrarlos, y solo así, esos lobos dejarán de ser nuestros enemigos, para convertirse en nuestros aliados.
La chica de la sonrisa infinita
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