Hace no mucho tiempo llegó a mis oídos que un hombre había saltado en paracaídas y aterrizado en la puerta de la casa de su novia pero que ella le viese llegar desde el cielo con el anillo de la pedida de bodas. Hace no mucho tiempo, me hace
pensar que aunque el romanticismo esté en sus últimas, las locuras por amor sigan en su curso.
Son gestos, detalles, sentimientos que transmiten más que amor, entrega. No cuantas más locuras más enamorad@ se está. Pero más locura muestra más pasión. Es como; “mira, cosas como estás y así de locas estoy dispuest@ a hacer por ti, para tenerte cerca y que sientas que el mundo me viene pequeño cuando pienso en ti”.
Desde esto que cuento del paracaídas, como dejar el mundo que vas creando para estar con tu pareja cuando te necesita, como dormir un poco menos para pasar más tiempo a su lado o recorrer miles de kilómetros para dar un abrazo cuando es requerido.
Pero es que las locuras de amor también habitan en cosas minúsculas que pueden ser enormes. Hacer lo imposible para estar en su cumpleaños, esconderle una carta de amor en la maleta si tiene que irse lejos, llevarte todo el día cocinando lo que será una cena romántica que acabará con el número del chino. Hacer el amor en lugares que nunca se pensó. Presentarte en su trabajo con un buen ramo de flores o comprar esas entradas imposibles para ver a su equipo favorito.
Las locuras de amor son cosas que nacen de esas personas que sienten que lo que haces para demostrarle el amor a su pareja no es suficiente. Exprime al máximo las posibilidades de enseñar al mundo cuanto se está enamorad@ y juega con la ventaja de que la locura si es por amor, es una de los mayores tesoros.