Los “abusivos” derechos de autor retrasan la llegada de Netflix a España

Si hace unos meses, el mercado de libros digitales se desperezaba en España y comenzaban a calentar sus voces los diferentes lectores electrónicos: unos made in Amazon, otros en El corte inglés, la Fnac… Ahora lo digital también se ve en Cinemascope y se descarga de Netflix por una módica cuota mensual de 6,99 euros.

Todavía es una promesa que nos traerá el primer trimestre del año, pero ya reparte palomitas en los hogares del Reino Unido.

A muchos quizás el invento del videoclub en streaming les suene a extraterreste a punto de colonizar España, pues bien, empecemos con las pertinentes presentaciones.

Netflix es una compañía norteamericana que lleva ya unos años en el negocio de ser un videoclub aliado con Internet. Rondaba el año 2004 cuando el cliente se conectaba a la red, accedía a la página web de la empresa, se rascaba la sesera ante el inmenso catálogo de películas y elegía aquella que se le antojaba. Entonces el cartero asumía la tarea de repartir historias hollywoodienses (o no) a la concurrencia en un plazo de 24 horas, y no, como ahora, con la diligente wifi que aborda el reparto “ipso facto”.

Cumplida la misión, el cliente la entregaba en el buzón de correos con un sobre franqueado de antemano por la compañía y las películas emprendían el regreso a la central de Netflix. Pero eso sucedía en un remoto 2004, pues desde el año pasado el asunto ha tomado un cariz más a tono con los tiempos que corren y ahora el negocio tiene ínfulas de streaming, además de un deseo inconmensurable de plagar el mundo con su servicio: que si América latina, que si Europa empezando por el Reino Unido y codiciando España…

Aunque claro, aquí los aparatos reproductores han sido eliminados de la ecuación y reemplazados por  ordenadores, Mac, Smart TVs ( a través de set top boxes), consolas (Xbox 360, PS3, Wii), tablets, ‘smartphones’ (iOS y Android, IceCream Sandwich incluido) y hasta Apple TV.

Y ya le hubiera gustado poner el pie en España y hacer cumbre en este país; pero, al parecer, el Estado más pirata y corsario del mundo ha puesto ciertos escollos ya que, según desveló la Asociación de Internautas, Netflix está teniendo problemas debido a que los “abusivos derechos de autor” representarían “un coste de 2 a 3 veces mayor que esos mismos derechos en los países de nuestro entorno, como Francia o Alemania”. ¿Bromean o hacen gala de un humor inglés que a los hispánicos se nos escapa?

En fin, que el cine y la pizza ya vienen a domicilio y, por suerte, esta última no viene en streaming.