Suelo verme cansada y despeinada.
Los años no pasan en balde, dicen. Terminó el crecimiento: pasó el mejor momento del cuerpo, que es a los veintitantos. Terminó también la preparación para la vida: ese aprendizaje de las primeras dos décadas en las que planeamos hacer, deseamos ser.No me siento "vieja" ni mal; al contrario: llevo un rato sintiendo que estoy en mi mejor momento. ¡Sería genial estar en mi mejor momento con el cuerpo que tenía a los 20! Pero ni bajando los 10 kilos que me sobran, ni recolocando las tetas donde estaban. Eso se fue. Sin embargo, he tenido el gusto de reencontrame conmigo y me gusta (me gusto).
Otra cosa que se fue es la forma joven de vivir el amor. Cuando tenga una pareja no será como aquella realidad fantástica en la que dos fuimos uno y fuimos todo; la inocencia no se repite.
Hace años pensaba que algunas cosas resultaron bien y las más importantes resultaron mal; pero ahora pienso en otros términos; además, lo que era "lo más importante" se resitúa y deja de tener valor para definirme.
Me arrepiento de poco. Sigo teniendo unos miedos que a veces le abren la puerta a la ansiedad y me tumban. Pero estoy bien. Treinta y siete y contando...
Silvia Parque