“Nacemos creciendo con grandes arcos triunfales/
vivimos saliendo por pequeñas puertas de atrás”
J.I. Lapido
Javier Cánaves es uno de mis poetas favoritos. Porque Cánaves es ante todo poeta aunque sean ya dos las novelas que tiene publicadas. He de decir que llevo aplazando mucho tiempo, puede que inconscientemente, la lectura del Cánaves novelista seguramente por no querer desdibujar al poeta al que admiro, pero el enfrentamiento era ya necesario. Creo que puedo decir que “Los artistas” es una novela liviana y no quiero decir con esto que sea ni mucho menos una novela menor pero sí he echado en falta más artificio, más páginas, más recreación… quizá más rodeo. En cambio posee esa falsa ligereza que te lleva hacia adelante y que hace que se pueda leer de un tirón de manera sencilla aunque no sea una novela dócil pues su “fácil” lectura se contrapone con la densidad de carga poética y temática con la que el autor mallorquín dota sus páginas. Javier utiliza diferentes voces narrativas para definir al personaje principal Julio Cantallops. La segunda persona con la que el autor habla en gran parte de la novela hace que inevitablemente nos lleve a confundir al autor con el personaje en un juego de espejos estupendamente bien llevado. Y luego está la primera persona desde la que habla Samanta Roten, otro de los personajes, a través de la cual podemos acceder a otros rincones de la personalidad de Cantallops que no se ven desde el otro prisma. El personaje se va introduciendo en nosotros poco a poco; página a página podemos ir reconociéndonos de una manera espontánea en cada uno de sus capítulos. “Los artistas” bien se podría decir que es una novela sobre el fin de la juventud aunque yo prefiero decir que es una novela sobre la derrota, sobre el mito del perdedor, tantas veces novelado. Ambas cosas son verdad pero creo que prevalece el duelo siempre perdido entre las expectativas y la culminación, entre sueño y realidad. La diferencia que nos ofrece Cánaves y que lo hace especial es el punto de vista, la atmósfera desde la que se trata que se mueve a medio camino entre el pequeño triunfo y la pequeña derrota dejando la trascendentalidad en un segundo plano. Ese hecho es el que hace grande esta historia pues como en la vida misma, en la vida real, es la relatividad la que manda. Y de eso Cánaves sabe. De relatividad. Y sabe manejar la alquimia entre los tiempos lírico y narrativo mejor que nadie para que no hagan ruido, para que no choquen, colocándo al lector en una posición intermedia, más cercana y más real de lo que a veces quisiéramos. Benditas sean esas pequeñas puertas de atrás que nos mantienen vivos.