Los besos marchitos

Publicado el 19 noviembre 2020 por Atom Cobalto

Te amo. Te amo con toda la pasión de este mundo en este proyecto en el que también recibo tanto amor como el que doy. Y doy gracias a Dios por lo que tengo sin merecerlo.

¿Pero qué pasará cuando se marchiten los besos?¿En qué momento empezaremos a dejar de sentir? Porque hay que vivir el momento, el instante y dejar que la Vida nos arrastre como hojas en la lluvia.

Pero tengo miedo. Miedo a sentir besos vacíos, miradas que esconden decadencia, bonitas sonrisas que me traicionan con el amor de otros hombres. Recelo de sentir que los abrazos esféricos se conviertan en abrazos que sólo rodean mi cuerpo, faltos de sensibilidad y calor. Angustia de que las horas pasen lentas junto a ti y de que los silencios nos ahoguen en la oscuridad. 

Ese miedo que me envejece antes que tú y estira la distancia entre Felicidad y la Nada.

Me enveneno de azules por ti. 

Temor. Temor de que tu mirada cruce por encima de mi hombro buscando a alguien más, de que los castillos en el aire se desinflen poco a poco sin darnos cuenta de que el cielo se nos cae encima y nos asfixia en el vacío más absoluto hasta que el calor se transforme en frías brasas que no calientan nuestras almas.

Y ese es el precio por haber sido tan feliz, como el sediento que bebe demasiado rápido su cuenco de agua cuando aún no había aplacado su sed.

La melancolía besa mi cuello, cruel y despiadada, cual sigilosa serpiente se enredara por mi espalda y me doblega ante la evidencia.

Y como decía María Luisa Bombal en "La última Niebla":

 "Qué importa que mi cuerpo se marchite, si conoció el amor! Y qué importa que los años pasen todos iguales. Yo tuve una hermosa aventura, una vez...Tan sólo con un recuerdo se puede soportar una larga vida de tedio".

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