Como todo en la vida, creo que se trata de equilibrio; aunque también me parece un cliché, muy desgastado, por cierto.
Gracias a nuestras creencias, educación y forma en la que apreciamos el arte y la cultura, de una manera tan occidental, creemos que ciertos cambios en nuestro comportamiento y adquisición de gustos se deben al paso de los años y lo relacionamos tácitamente a una edad avanzada o a que ya estamos “viejos”.
Hablar de la edad o la vejez me recuerda este post que escribí debido a mi recién cumpleaños numero 35 y es estar en terreno peligroso. Por eso, considero que es necesario comenzar a cambiar esa percepción.
Si ahora prefieres la lectura de un libro, en lugar de sentarte a ver a Paty Chapoy o el programa de chismarajos de moda; o comenzaste a entender un poco más la enología y disfrutar de un buen vino, más allá del lambrusco del Oxxo; o tus gustos musicales se ampliaron más allá de Wisin y Yandel porque “Flyme to the moon”, en la voz de Frank Sinatra y la gloriosa instrumentación de Quincy Jones te hacen sentir y recordar cosas que una insulsa melodía prefabricada de reguetón no logra; o comienzas a comprender el valor de la amistad verdadera y en que estriba la diferencia con el compañerismo; o un sinfín de cosas que ahora aprecias y que antes no… ¡Felicidades!
No, no estas envejeciendo. ¿Madurando?, tal vez, pero eso es relativo. Simplemente estas refinando tus gustos, tu vida, tu esencia.
La edad es un número, así como cumplir años es una fecha marcada en el calendario, envejecer está en la mente.
Entonces, ¿Qué cosecha prefieres?, el tempranillo aquel, tiene buena pinta y la variedad de crianza de ese lado vendrían bien con tu cena.
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