Para comer y beber tenemos que acordarnos de cuándo, dónde y qué debo comer y beber. Si quiero evitar problemas, debemos recordar quién es nuestra pareja. Tengo que recordar la historia de mi relación personal con los otros para que un nuevo encuentro no resulte catastrófico; si se trata de una persona desconocida, tengo que saber que es tal.
Si se trata de una persona conocida, necesito saber en qué ámbito se mueve nuestra relación, de qué la conozco. Debo saber el camino para ir al trabajo y volver a casa, naturalmente. En nuestra casa debemos saber dónde está el dormitorio y con quién me suelo encontrar en él; dónde está el ordenador y dónde la nevera.
Sin lugar a dudas todos nos damos cuenta de que todos estos datos no se encuentran permanentemente en nuestra consciencia sino que aparecen y desaparecen según los vamos necesitando. Aunque a veces van y vienen a su propia voluntad: si decido recordar el nombre de la vecina de la antigua casa de mi madre puedo seguramente acertar y eso que igual hacía más de 15 años que no pensaba en ella.
Por tanto toda esta numerosa información debe estar anotada en algún lugar, pues si no, sería imposible recuperarla y tenerla a nuestra disposición en un momento determinado, ese lugar es “nuestra memoria” que se asemeja a un gran almacén de información de características algo caprichosas.
A veces nos viene a la memoria lo que no queremos recordar y otras no nos obedece cuando se trata de acordarnos de alguien. Por ejemplo a alguien que vemos diariamente y que en ese momento tenemos delante y al que debemos dirigirnos por su nombre, a menos de resultar descorteses o maleducados (todos conocemos esa sensación tan embarazosa).
Más adelante comentaremos algún que otro capricho más de “nuestra memoria”.
Por favor envíanos tus comentarios y cómo te afectan estos problemas de memoria en tu vida cotidiana.